Durante unos años, toda nuestra vida audiovisual giraba en torno a seis números: 4, 8, 15, 16, 23 y 42. Se jugaron millones de loterías con estos números (a pesar de que, como nos avisaba Hurley, "¡Son chungos!"), se hicieron mil teorías sobre el monstruo hecho de humo y gozamos de lo lindo contando nuestras teorías a quien quisiera escucharnos, sorprendiéndonos una y otra vez con los cliffhangers y navegando una y otra vez por -no lo neguéis- la mítica web Lostzilla. Perdidos lo era todo.
Estamos perdiditos, perdiditos
En su día, el episodio piloto de Perdidos se declaró como el más caro de la historia de la televisión, costando entre 10 y 14 millones de dólares. Una cifra que ha sido batida en repetidas ocasiones, pero que en aquel entonces, en un somero 2004, nos hacía creer que otro tipo de televisión era posible. Lo era, como supimos un tiempo después. Nada mal para una serie que se vendía como una mezcla entre El señor de las moscas, Naúfrago y el reality Survivor (el padre listo de nuestro Supervivientes).
Y uno de los personajes que nos enamoraron desde el principio era Mr. Eko, un sacerdote católico con una vida anterior como guerrillero nigeriano que llevaba consigo un palo con varios números de la Biblia tallados en él. ¿Por qué? Pues porque era un sacerdote, para qué quieres saber más. Sin embargo, los pasajes de la Biblia no estaban escogidos al azar y contaban, al completo, la historia de Mr. Eko. El primero de ellos hablaba de los pecadores viviendo entre la malicia y la envidia encontrando salvación en Dios (Titus, 3) y el segundo dejando caer que Eko no tiene poder como sacerdote ("Solo Jesús tiene poder para salvar", Hechos 4:12).
Pero quizá el momento más descarado es el del Salmo 23, que revela el encuentro final que Eko tendría con el monstruo de humo: "Aun si voy por valles tenebrosos, no temo peligro alguno porque tú estás a mi lado; tu vara de pastor me reconforta". Todo preparado desde el principio. En la época de Lostzilla se nos habría puesto los ojos haciendo chiribitas.