En este mundo de decenas de estrenos semanales y múltiples plataformas de 'streaming' se me había pasado la que probablemente es una de las grandes llegadas a Netflix del año: Sin medida, la nueva serie que ha escrito Lena Dunham para la compañía y que tiene mucho más que decir que el resto de lanzamientos que ha habido en los últimos meses.
De hecho, posiblemente no le habría hecho caso si no me llego a topar con el artículo de Vogue 'Como mujer gorda, pienso que las escenas de sexo de ‘Sin medida’ son correctas' que repasa por qué es un título que habla con tanta naturalidad de esas mujeres que están infrarrepresentadas en la ficción que merece la pena toda nuestra atención. Sin medida no figura entre los top 10 de la plataforma, pero es una serie de la que hablaremos mucho más tiempo que del último gran éxito del momento.
La serie se centra en Jessica, una treintañera que vive en Nueva York y es adicta a su trabajo. Cuando descubre que su pareja le pone los cuernos decide dejar atrás todo lo que conocía y marcharse a Reino Unido. Quiere vivir un sueño europeo a lo Emily in Paris, pero la realidad será mucho más ordinaria de lo que pensaba. Allí conoce a Felix, un músico que es de todo menos el héroe romántico típico y a quien la serie describe como "menos Hugh Grant en Notting Hill y más su compañero de piso borracho".
"Como mujer gorda que intenta mantener la ecuanimidad que tanto me ha costado conseguir tras toda una vida aprendiendo a odiar mi cuerpo, el clima actual me resulta extremadamente deprimente. Por eso agradezco tanto la llegada de Sin medida, la nueva serie de Lena Dunham para Netflix", escribe la periodista Faye Keegan en su artículo para Vogue. Es un argumento que justifica por sí solo la existencia de la serie y que nos hace destacarla en un mar de 'thrillers' españoles y 'true crimes' que nos enseñan lo peor del ser humano.
Netflix
Como dice Keegan, está creada por Lena Dunham, la creadora de Girls, una serie que fue llamada a ser la voz de toda una generación. No estoy de acuerdo con esa afirmación a menos que hable en nombre de un grupo de chicas nacidas en familias ricas de Nueva York que no saben qué hacer con su vida, pero sí estoy de acuerdo en que Dunham se atrevió a hablar de la sexualidad de unas veinteañeras como nadie había hecho hasta entonces. Era un poco la hija de Sexo en Nueva York, en el sentido que continuaba el camino hecho por su madre pero se rebelaba contra todo lo que representaba. Lo que suele ser la relación entre madres e hijas.
Ahora Dunham ha usado su experiencia como estadounidense en Reino Unido para desarrollar esta serie, pero también para, como ya hizo en Girls, mostrar cuerpos no normativos en una sociedad obsesionada con los filtros y los cánones de belleza. A pesar de ello, la creadora es firme: "El cuerpo de Jessica no es la historia de la serie, ni lo es para Felix, al igual que en mis relaciones románticas", dice Dunham a Variety. Hilando con el artículo de Vogue, si hay algo en lo que despunta es en mostrar las escenas de sexo sin tapujos. "Las mujeres gordas merecen tanto romanticismo, amor y buen sexo como cualquiera, aunque en la era de las inyecciones para adelgazar sea fácil perderlo de vista", concluye Keegan.
Siendo sinceros, las críticas no son 100% positivas. Como en todo producto de Dunham, hay que dar paciencia a los personajes para cogerles cariño, algo que no todo el mundo está dispuesto a hacer. A pesar de ello, tiene la suficiente ternura como para encontrar su público. "Es una historia de amor divertida, sexy y conmovedora, y los fanáticos de Girls se divertirán al ver el lado ligeramente más tierno de Lena Dunham", escribe Sophie Butcher para Empire.
Mención especial para Megan Stalter, estrella de Hacks que, a pesar de aparecer desde el principio, ha sido en la cuarta entrega cuando ha destacado. Le avecinamos un gran futuro a Stalter.