Siempre fue una niña prodigio, aunque no todos supieran verlo. A los diez años, su primer papel en un escenario fue el de Gusano en la obra de teatro de su escuela, James y el melocotón gigante. Gustó tanto que empezaron a pedirle que saliera en varias obras de teatro cerca de su localidad (Oakland, en California). Y entonces, tras hacer un casting para Disney, de manera inesperada saltó de cero a la fama a los 13 años. Hablamos, como no podía ser de otra manera, de una de las pocas personas del mundo reconocidas solo con un nombre: Zendaya.
¡Poder perruno!
Zendaya fue una de las dos elegidas para protagonizar Shake it up, una serie de Disney Channel que duró de 2010 a 2013 y en la que bailaba junto a Bella Thorne, que también acabaría convirtiéndose en estrella por su cuenta. Empezó siendo una completa desconocida, pero cuando salió de allí, tras 75 episodios, todos los niños de Estados Unidos la conocían, había hecho cameos en todo tipo de series del canal e incluso participó en Bailando con las estrellas (donde quedó segunda). Sin embargo, aunque triunfaba en la música y en la televisión, su carrera en el cine no terminaba de despegar.
Eso fue hasta 2013, cuando la ficharon para hacer un cameo en, posiblemente, el trabajo del que está menos orgullosa: Super Buddies, la séptima entrega del spin-off de Air Bud basado en unos cachorros perrunos que hablan y ahora, por algún motivo, tienen poderes. La película se lanzó directamente en DVD y por aquel entonces nadie se dio cuenta de que el personaje de Lollipop, que apenas tiene unas frases, era de la mismísima Zendaya.
Por suerte, y como todos sabemos, su carrera se rectificó cuando, en 2017, fichó por Spider-man: Homecoming y El Gran Showman. A partir de ahí llegaron Euphoria, Dune, Rivales y su renacimiento como estrella absoluta de la televisión. Y quizá nada de esto hubiera pasado sin los perretes parlanchines.