Hay en Netflix una serie sobre la Segunda Guerra Mundial que ha permanecido oculta los últimos cinco años. Se trata The Liberator, una miniserie que aborda el conflicto -sobradamente cubierto por todo tipo de películas y ficciones- de una manera diferente. Son solo cuatro episodios animados que se han ganado al público, especialmente a aquellos abiertos a un formato diferente y fanáticos de este episodio de la Historia.
The Liberator sigue la impresionante odisea de un soldado y su ejército. 500 días a través de las zonas de guerra de Francia, Italia y Alemania componen la narrativa de esta pieza histórica poco conocida.
Basada en el libro de mismo nombre escrito por Alex Kershaw, el director Greg Jonkatjys se centra en Felix 'Shotgun' Sparks, un oficial del ejército estadounidense y su experiencia en el regimiento de infantería apodado los Thunderbirds. El grupo estuvo compuesto por hombres de diferentes orígenes, tanto blancos, como mexico-estadounidenses o nativos americanos. Juntos, vivieron momentos clave como el desembarco en Italia, la batalla de Anzio, varias marchas por Francia y el asedio final contra las fuerzas alemanas.
Netflix
Lo que hace a The Liberator una pieza única del catálogo de Netflix es su fuerza visual. Tiene un formato único, que mezcla CGI, captura de movimiento y animación híbrida, lo que le permite mostrar las expresiones humanas con fidelidad, pero también le da un toque de cómic muy interesante. Además, las descripciones de los combates son muy vívidas, por lo que es un factor a tener en cuenta para los que buscan este rigor.
En el lado malo de la crítica, muchos creen que la historia no está bien desarrollada. Aunque tiene mucho potencial, comete algunos fallos históricos que sacan de la serie a los más fanáticos de la Segunda Guerra Mundial. Además, algunos diálogos son demasiado "cursis" y los personajes podrían estar mejor desarrollados.
Pero no deja de ser una miniserie de cuatro episodios -una hora de duración cada uno- que se sale de los contenidos habituales de la plataforma, así que merece, como mínimo, que le demos una oportunidad.