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    Netflix me ha dado la excusa perfecta para ver entera 'Sakura, cazadora de cartas' y no sabía hasta qué punto era tan revolucionaria

    Muchos años después de su emisión en televisión, he vuelto a uno de los animes de mi infancia y me he sorprendido porque no ha envejecido nada mal, en especial por algunos de los temas que trata.

    Sakura, cazadora de cartas era una de estas series que veía de pequeño gracias a la cadena autonómica Canal 2 Andalucía, patrón que al parecer seguía por toda España emitiéndose en otras comunidades como Cataluña (Super 3), Castilla La Mancha (CMTV) o País Vasco (EiTB), éste último incluso con la cabecera doblada al euskera. Telemadrid no se hizo eco de este anime. Así que, si no sabes de lo que hablo, aún tienes la oportunidad de verla en Netflix. Yo lo hice hace poco y me di cuenta realmente, muchos años después, de lo revolucionario que era. No tenía ni idea de hasta qué punto.

    Algunas series no han envejecido muy bien que digamos, como algunas de las historias de Sailor Moon o incluso Slayers: Reena y Gaudy, ficciones que he intentado volver a ver por la pura nostalgia, pero que ya no era lo mismo. Sin embargo, con Sakura, cazadora de cartas me llevé una muy grata sorpresa viendo que muchas de sus tramas no han caducado tanto como pensaba. En especial por tratar temas como la bisexualidad, la homosexualidad y, a su modo, el agénero con el personaje de Ruby Moon, un guardián de las Cartas de Clow que no se considera ni mujer ni hombre, aunque en apariencia vaya vestida de mujer y su compañero Spick le pregunte en el episodio ‘El agotador domingo de Sakura’ (2x04) si no es mejor que se pusiese el uniforme de un chico:

    “¿Pero no deberías de llevar el uniforme de chico?

    Qué más da. En cualquier caso, el uniforme de chica me parece mucho más mono y, bueno, no soy humano así que me da igual ser hombre o mujer”

    Para refrescar un poco, Sakura, cazadora de cartas consta de dos temporadas y gira en torno a una niña de instituto llamada Sakura, que despierta la magia de las Cartas de Clow haciendo que éstas se desplieguen por todo Tomoeda, un lugar ficticio de Japón. Así tendrá que embarcarse en una aventura para reunirlas con la ayuda de uno de sus guardianes, el adorable Kero, y su fiel amiga Tomoyo, que graba sus incursiones y le confecciona sus trajes. De pequeño nunca tuve la oportunidad de verla de seguido e incluso no pude ver el final de algunos capítulos, por lo que recientemente me he quitado esa espinita y he podido ver y confirmar algunas de las cosas que creía que trataban en un principio y, sobre todo, una en concreto que me ha escandalizado un poco (mucho), la verdad.

    LA BISEXUALIDAD, LA HOMOSEXUALIDAD Y LOS LÍMITES DE LA DECENCIA EN ‘SAKURA, CAZADORA DE CARTAS’

    He dicho que no ha envejecido nada mal Sakura, cazadora de cartas. Pero sí que tengo que reseñar que el hecho de que un profesor de instituto de 25 años se case con una alumna de 16 sobrepasa los límites de la decencia. En Japón, una niña de 16 años se puede casar con el consentimiento de los padres. Pero, en el caso de los chicos, aumenta la edad a 18. Es cierto que para acabar con el matrimonio infantil, el país nipón está en fase de cambiar la edad mínima para contraer matrimonio a los 18 años. Por lo que este detalle dentro de otros muchos años será aún más escandaloso. Por si te lo preguntabas, la madre de Sakura, Nadeshiko, tuvo a su hermano Touya con 20 y a ella con 24 antes de morir a los 27 de una enfermedad. Nunca especifican cual.

    En cuanto a las relaciones de amor entre sus protagonistas, nos encontramos con que Sakura está enamorada del mejor amigo de Touya, Yukito. Del mismo que está enamorado Syaoran Li, el otro estudiante que va también tras las cartas y que luego, más tarde, cae enamorado de Sakura. Y tenemos también a Tomoyo, su mejor amiga, que siente también algo por ella, que es a la vez su prima y cuya madre también estaba enamorada de Nadeshiko, la madre de Sakura. Y Touya se enamora de la que es también su profesora, que está también involucrada con las Cartas Clow. Al parecer, todo queda en familia.

    Pero la única relación a la que dan más protagonismo es a ese triángulo amoroso entre Sakura, Syaroan y Yukito. Me sorprende que con las demás todo sea una especie de juego por parte del espectador de unir las piezas. Con Tomoyo hay una frase que deja bien claro que siente algo por Sakura y nos cuenta la razón por la que nunca se lo dirá. Ocurre cuando deciden comprar un set para crear un oso de peluche y regalárselo a la persona que amas:

    Sakura: “¿No vas a comprar ninguno?”

    Tomoyo: “Pues yo...Si hubiera alguien que pudiese hacer feliz a la persona quien quiero, desearía entonces que fueran felices juntos en vez de que estuviese conmigo y fuese infeliz.”

    S:”¿Estás diciendo que a ti no te importa que la persona quien quieres no te corresponda?”

    T: “Claro que me encantaría que correspondiera mis sentimientos, pero lo que más me gustaría en el mundo es que ella y su pareja fueran felices queriéndose el uno y al otro”

    El amor en Sakura, cazadora de cartas es definitivamente todo un mundo. Además, no marca la trama principal de la serie y no es hasta el penúltimo episodio cuando Syaoran Li le revela sus sentimientos a Sakura y ésta no no le corresponde hasta el último al entregarle el osito de peluche que hizo para aquella persona que amase (hola, Tomoyo). Algo, al parecer, muy característico en Japón. Si le regalas a una persona un oso de peluche y le llamas igual que al que se lo das, significa que estarán unidos para siempre. Pero, claro, entiende tú esto de pequeño.

    MANGA, PELÍCULAS, UNA NUEVA SERIE Y TUS PROPIAS CARTAS

    La serie llega de la mano del manga creado por CLAMP, un famoso cuarteto femenino de dibujantes japonesas de manga que empezaron en 1987. Consta de 12 volúmenes, que terminaron en 2000. Sin embargo, en 2016 nacieron unos nuevos bajo el título Cardcaptor Sakura: Clear Card, que se están publicando todavía y que se han convertido también en anime. Aquí vemos a Sakura en el instituto, donde tendrá que lidiar con otras cartas mágicas, esta vez transparentes, y con otros poderes específicos. También salen de nuevo Tomoyo, Syaoran y Naoko.

    Pero antes de que decidiesen traer de vuelta a Sakura, el anime consiguió dos películas. La primera situada entre las dos temporadas, donde los protagonistas tienen que luchar contra un espíritu maligno. Y la segunda, que sigue la historia de amor entre Sakura y Syaoran cuando éste último decide volver a Tomoeda para obtener una respuesta de Sakura sobre su confesión de amor. Pero no es posible, ya que una nueva carta de Clow aparece en la ciudad que amenaza con destruirla.

    Por supuesto, no todo se ha quedado en algunas películas y series. Sakura, cazadora de cartas también ha tenido un gran éxito con su ‘merchandising’: figuras, ‘stickers’, trajes, videojuegos... También puedes comprarte la misma vara o, más importante y destacable, hacerte con las cartas Clow, tanto en su versión oscura como en la rosa de Sakura. El precio ronda en torno a los 50 y los 90 euros. Otra cosa es que puedas invocar el poder de Bosque o Tiempo cuando te hagas con ellas.

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    Y, por si fuera poco, en 2018 tuvo lugar en Osaka (Japón) una exposición del anime donde podías interactuar con un Kero gigante, ver todas y cada unas de las cartas en su versión gigante y hasta una sala dedicada a todos los trajes que Tomoyo le hace a Sakura para que luche contra las cartas. Tristemente, esta muestra cerró el 3 de enero de 2019.

    POSIBLES Y MERECIDAS SUCESORAS

    El tema de la identidad sexual en las series de animación infantiles de hoy sigue siendo un poco tema tabú, sobre todo en las películas de Disney y Pixar. Afortunadamente, este muro se está rompiendo poco a poco en títulos como Hora de Aventuras -la relación entre la Princesa Chicle y Marceline-, Gravity Falls -su pareja de policías-, Star Vs Las Fuerzas del Mal -presentando a su primer personaje bisexual-, She-Ra y las princesas del poder -introduciendo un personaje no-binario- o Steven Universe -con la maravillosa historia de amor de Garnet.

    Esto demuestra que las series de televisión están siendo mucho más inclusivas que en el cine, algo que, esperemos, cambie pronto hasta el punto de que nadie se eche las manos a la cabeza por ver un beso entre dos personas del mismo sexo en una película de animación para niños.

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