Por la gracia de Jeremy
por Sara HerediaJeremy Allen White interpretó durante las 11 temporadas que dura Shameless al rebelde Lip Gallagher, un adolescente superdotado de Chicago con pocas oportunidades de prosperar en la vida por culpa de su familia. Terminó en 2021 y, casi de inmediato, tuvo el papel protagonista de Carmy en The Bear, un chef superdotado de Chicago que decide romper su camino a la fama para ayudar a su familia. Parecía haber un patrón claro en su carrera, ¿no? White se había especializado en esto de interpretar a macarras de buen corazón, pero esta etapa ha quedado atrás.
El actor ahora ha aceptado el papel de otro macarra más en Springsteen: Deliver Me From Nowhere -¿podríamos hablar así de El Boss?-, pero todo ha cambiado. White ha madurado y ahora es capaz de sostener sobre sus hombros el peso de interpretar a alguien como Bruce Springsteen en uno de sus momentos más oscuros. No solo ha tenido que estudiar al autor del 'Born in the U.S.A.' -sus gestos, su voz, su forma de comportarse en el escenario-, sino que ha tenido que indagar más allá de la estrella del rock para dar con la parte más íntima. Es un trabajo que requiere mucha vulnerabilidad, pero Jeremy Allen White se ha lanzado al vacío y ha firmado una de las grandes interpretaciones de su carrera.
Lee la crítica completa de Springsteen: Deliver Me From Nowhere: Solo conozco a Springsteen por escuchar 'Born in the U.S.A.' en la radio y su 'biopic' me ha convertido en fan, pero Jeremy Allen White se lleva todo el mérito
Tras las destacadas Corazón rebelde (2009) y Hostiles (2017), el director Scott Cooper se lanza ahora a un nuevo reto: transformar a Jeremy Allen White en Bruce Springsteen. El resultado es más que satisfactorio. La película rebosa sensibilidad y emoción, y resulta imposible no dejarse llevar por su tono cálido. En lugar de recurrir al clásico biopic sobre los primeros pasos del artista —una fórmula ya demasiado repetida—, Cooper decide centrarse en un momento muy específico: la creación del álbum Nebraska. Es una elección acertada que le permite evitar uno de los errores más comunes del género, el de querer contar demasiado en poco tiempo. Y al verla, se entiende perfectamente su apuesta. La gestación de Nebraska fue un acto de fe para un Springsteen en plena cima, una obra en la que se atrevió a desnudar su lado más íntimo, marcado por una infancia difícil y la sombra del alcoholismo de su padre.
20th Century Fox
En lo formal, Deliver Me From Nowhere sigue las convenciones del biopic clásico. No busca reinventar el género ni deslumbrar con grandes secuencias musicales como hizo Bohemian Rhapsody, que nos dejó grabadas en la memoria aquellas potentes actuaciones en directo y su impecable puesta en escena. La propuesta de Scott Cooper va justo en la dirección contraria: la música guía toda la narración, pero la mayoría de las veces surge de un Jeremy Allen White que, en la intimidad de su refugio, canta casi en susurros. Esa contención es precisamente lo que da forma a una atmósfera íntima y sincera, el tono justo para contar la historia que la película quiere transmitir.
Podríamos decir que Deliver Me From Nowhere no busca la épica, sino el retrato de un hombre frente a su propio abismo. No tiene miedo en bajar a Springsteen a la tierra y mostrar su vulnerabilidad. Puede que no revolucione el género ni aspire a ser el biopic definitivo sobre Springsteen, pero es una película íntima y sincera, que entiende que detrás del mito hay una persona marcada por la duda y la fragilidad.