Crítica de SensaCine.com para La deuda: La extraña pareja

Lucas y Antonia comparten piso. Él tiene unos 50 años y ella es una anciana con problemas de salud. La naturaleza de su relación es un misterio, pero hay cariño y humor aunque tienen dificultades económicas. Esas dificultades van a ir a peor: cuando un fondo de inversión adquiere el edificio en el que viven, se ven obligados a abandonar su vivienda. Lucas intentará impedirlo, pero para reunir el dinero tendrá que huir de la cárcel e implicarse con una banda criminal. Su viaje es uno de no retorno.

La deuda, lo nuevo de Daniel Guzmán, es cine social en su génesis para luego transformarse en un 'thriller'. La cosa no queda ahí. Lo cierto es que la película del cineasta, que aquí ejerce también de guionista, productor y protagonista, tiene un poco de todo. Demasiado, quizás. La vida difícil de Lucas (Guzmán) está compuesta por la relación con Antonia (Rosario García), el mundo criminal y una extraña conexión con una mujer, Gabriela (Itziar Ituño), víctima de una tragedia en la que está implicado el protagonista y por la que busca redimirse.

La propuesta de Guzmán promete, y mucho, en su inicio, pero se va emborronando a medida que se desarrolla la historia. La parte de Antonia funciona y el 'thriller' también -incluso hay una persecución muy destacable-, pero la trama con Gabriela parece no terminar de encajar y le resta algo de realismo al relato.

El reparto de 'La deuda'

Wanda Visión

El elenco, liderado por Guzmán, es otro de los puntos a destacar. Rosario García es de lo mejor de la película. Le queda todo tan natural que no parece que esta sea su primera vez delante de una cámara. Susana Abaitua, que da vida a Mara, una enfermera que ayuda al protagonista, es el punto más luminoso del relato. Por último, a Itziar Ituño le toca el papel más difícil. La actriz consigue con su buen trabajo que la parte de Gabriela gane algo de peso y se asiente un poco más en la historia, aunque no termina nunca de sentirse natural del todo.

Pese a sus buenas interpretaciones y a que consigue buenos momentos de tensión, La deuda falla a la hora de mantener el buen ritmo. Se desinfla a ratos y eso mella la atención. Las ideas de Guzmán son buenas y su propuesta es muy interesante, pero el resultado final no cumple con las expectativas con las que arranca el relato. Guzmán reparte una buena mano de cartas al principio del juego, al colocar los personajes y presentar sus relaciones, pero no consigue exprimirla como se merece.