Los héroes anónimos de la casa de al lado
por Sara HerediaAunque el cine español ha explorado en profundidad los dolorosos episodios de la Guerra Civil y el Franquismo -por decir solo algunas, ahí están La lengua de las mariposas (1999), Ay, Carmela (1990) o Los girasoles ciegos (2008), la realidad es que siempre queda algo que contar y, sobre todo, que aprender. Frontera es un nuevo y poderoso ejemplo de lo poco que sabemos sobre nuestro propio país y las historias tan diversas que se encuentran al rascar un poco la superficie.
Dirigida por Judith Colell, cineasta catalana y presidenta de la Acadèmia del Cinema Català, Frontera se ambienta en un pequeño pueblo de los Pirineos que no para de recibir a refugiados que huyen del nazismo instaurado en Vichy. El hombre que trabaja en la aduana, Manel Grau, decide contravenir las órdenes de sus superiores y, junto a su vecina Juliana y el pastor Jerôme, se lanza a ayudar a los judíos.
La mayor fuerza de la película radica en lo humano, especialmente en el coraje y la profunda moral que destilan sus personajes principales. Esta emoción es especialmente intensa porque sabemos que el guion se basa en historias reales. Sin centrarse en anécdotas individuales ni personas concretas, la directora Judith Colell ha realizado una minuciosa investigación sobre lo que realmente ocurrió en estas zonas de montaña durante la posguerra. Al tirar de este hilo histórico, Colell logra desenterrar estas vidas que resultan conmovedoras y extraordinariamente potentes.
En este sentido, el filme sorprende gratamente por la complejidad y riqueza del mundo interior de cada personaje. Especialmente en los villanos. Donde el cine de la guerra española tradicionalmente ha dibujado líneas claras entre héroes y villanos, Frontera se atreve a desdibujar esta dicotomía. Es una agradable sorpresa ver que "los malos no son tan malos" y que al final todos tenemos algo dentro por lo que luchar. Esto ofrece una visión más realista y, paradójicamente, más esperanzadora de la condición humana.
Y eso que Colell deja muy claro que su Frontera está ambientada en los años 40, pero que hay muchas otras fronteras ahí fuera. Utiliza el cine como arma para denunciar lo que ocurrió, pero especialmente lo que está ocurriendo ahora, cuando muchos parecen haber olvidado los horrores de una guerra que no está nada lejos.