Tras una discusión que no parece gran cosa, Marta y Antonio deciden separarse. Él, un chef en ascenso, se vuelca en la cocina para superar la ruptura, mientras ella se sumerge en un silencio que pronto revela algo más que tristeza: ha perdido el apetito. Cuando descubre que su malestar esconde un problema de salud, su vida cambia por completo.
De pronto, los sentidos se intensifican: la comida recupera su sabor, la música la conmueve y el deseo renace, impulsándola a vivir plenamente y sin miedo.
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