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    Shortbus
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Shortbus

    Nueva York sin frenos (sexuales)

    por Paula Arantzazu Ruiz

    Resulta interesante la lectura de John Cameron Mitchell sobre la Nueva York post 11-S. En ‘Shortbus' piensa la ciudad como el espacio de una orgía musical, o de un musical orgíastico, como escenario de una ficción de resistencia carnavalesca contra la moral cerrada que estaba imperando en la ciudad y el país tras el golpe que supuso la caída de las Torres Gemelas. La idea de lo táctil, de lo sensual aparecía en los mismos créditos del filme: una volátil cámara va tocando y rodeando, casi besando, una pétrea cara que pronto descubrimos como el rostro de la icónica Estatua de la libertad. Amor total. Y sin frenos sexuales. De hecho, el Shortbus al que alude el título es una suerte de cabaret espacio franco donde la palabra y el sexo son libres - se amontonan, se comparten, se intercambian vía lúbrica o a través de la piel-, y que ejerce de reducto del pasado sin ataduras de Nueva York. Así, frente a la nostalgia y la represión del miedo, sexo, sexo y más sexo. Hedonismo sin fin, diversión politizada, amor epidérmico.

    A favor: Su libertinaje.

    En contra: No es apta para mentes estrechas.

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