Debido a la hostilidad de la China continental y al aislamiento colectivo del mundo occidental, se tuvo que construir una enorme réplica a las afueras de Madrid. Además, se necesitó la contratación de numerosos extras asiáticos, que fueron trasladados desde toda Europa para realizar la película.
Una serie de trajes que se utilizaron para caracterizar a la corte real de China (la emperatriz, el príncipe Tuan...) fueron los auténticos ropajes de la corte real de Tzu Hsi. Estos fueron prestados por una ilustre familia florentina que quiso permanecer en el anonimato. La familia que prestó las vestimentas fue capaz de rescatarlos de la caída de la dinastía de la derecha después de la rebelión Boxer.
Charlton Heston afirmó que su relación laboral con Ava Gardner era nefasta debido al comportamiento poco profesional de la actriz durante el rodaje. No obstante, Heston también comentó que disfrutó en gran medida al poder trabajar con David Niven.
Debido al fracaso de taquilla de esta película, junto con La caída del imperio romano (1964), la productora de Samuel Bronston tuvo que cerrar.