Crítica de SensaCine.com para ¿Y si vivimos todos juntos?: Piso de abuelos

Tras Real Movie, Stéphane Robelin dirige su segundo largometraje, ¿Y si vivimos todos juntos?, cinta que podría situarse cerca de la línea "buenista" (más lacrimógena e imperfecta aquella) que exudaba aquel seguimiento documental (y musical) de un coro octogenario en Corazones rebeldes, firmada por Stephen Walker y Sally George cuatro años antes. En este caso, la propuesta gala es una ficción cuyo punto de partida es el de un piso que se lanzan a compartir cinco ancianos amigos desde antiguo. Es su alternativa a las residencias destinadas a la tercera edad. Y es esta una posible doble sesión con filmes de diferente registro pero similares intenciones: concienciarnos de la valía y la dignidad de nuestros mayores y motivarnos un respeto para con ellos. Al fin y al cabo, todos pasaremos por allí si seguimos cumpliendo años. Tesis con alto grado de perogrullo, por cierto.

La propuesta cómica de Robelin, que toca varios puntos clave de la existencia aunque bastante someramente, se deja ver sin excesivas molestias. Sí cabe señalar un par de puntos flacos: por un lado, el joven etnólogo interpretado con corrección por Daniel Brühl, pero cuyo personaje resulta algo extraño y forzado en el conjunto; por otro, achacarle al filme un resultado excesivamente condescendiente y disperso.

A favor: Jane Fonda, Geraldine Chaplin, sus compañeros de reparto y los vínculos que activa el filme con las veteranas vidas "reales" de todos ellos.

En contra: El algo "patillero" personaje de Daniel Brühl.