Crítica de SensaCine.com para Los niños de Timpelbach: La ciudad de los muchachos

Adaptación de un popular libro infantil francés del mismo nombre, 'Los niños de Timpelbach' plantea un escenario a medio camino entre 'El señor de las moscas' y 'La guerra de los botones'. En un pueblo digno de un cuento de hadas centroeuropeo, los chavales se dividen entre los adolescentes gamberros y los más jóvenes víctimas de sus burlas. Cuando los padres deciden abandonar la aldea para darles una lección, los niños se reparten definitivamente entre dos bandos: los que intentan seguir adelante organizándose comunitariamente y los que se aprovechan de los primeros mientras imitan los vicios de sus mayores.

En su primer largometraje, Nicolas Bary reconstruye un universo infantil con el mismo gusto por el colorido barroco, los engranajes fantasiosos y los artificios visuales que demostraban la pareja Jean-Pierre Jeunet y Marc Caro en 'La ciudad de los niños perdidos'. Para Bary, toda la gracia de la película se reduce a ver a menores llevar a cabo actividades más propias de los adultos (discutirse en un bar, organizarse en una asamblea o gestionando los chismes del pueblo...) y a disfrutar de los ingeniosos inventos que crean. Sin duda hay destellos de fantasía y gracia en esta película, pero todo su potencial mágico queda aplastado por esta puesta en escena acartonada y cargante.

A favor: Los títulos de crédito que emulan esos libros infantiles desplegables.

En contra: El jeunetismo del que adolece el film.