Experimento underground
por Rodolfo SánchezDespués de la magnífica Mi Idaho privado, de 1991, Gus Van Sant asumió la complicada tarea de llevar a pantalla la novela de Tom Robbins, autor norteamericano perteneciente al underground, creador de universos muy personales, surrealistas y psicotrópicos que, a la hora de ponerlos en imagen, al menos de manera narrativa, se antoja complicado. Sin embargo, Van Sant consiguió parte de sus propósitos en Ellas también se deprimen a pesar de ser, en general, una obra fallida.
Contando con un reparto excelente en su conjunto, Van Santa juega con el tema de la road-movie, presente en todas sus obras hasta ese momento, para seguir alimentando su espíritu independiente y experimental aunque con ciertas concesiones hacia el cine comercial que, poco después, sería precisamente donde acabaría aterrizando. Esto no impide para encontremos en Ellas también se deprimen un buen trabajo visual, lleno de imaginación y con secuencias e ideas verdaderamente buenas. El único problema es que, al final, se tiene la sensación de estar ante un conjunto deslavazado, inconcluso, algo caótico. Pero, en su conjunto, incluso por todo aquello que no acaba de funcionar, la película merece la pena.
A favor: Los actores, la personalidad visual de Van Sant.
En contra: El desequilibrio del conjunto, que no acaba de cerrar la propuesta.