El tercer largometraje de
Collet-Serra (su segundo dentro del género de terror tras
La casa de cera) está producida por dos personalidades muy dispares en sus métodos de trabajo y gustos personales:
Joel Silver y
Leonardo DiCaprio. El director catalán, asentado en la industria norteamericana, siempre quiso trabajar con
Silver y sabía que esta era una buena oportunidad para ello. Pero mientras la implicación de éste en la post-producción y el rodaje fue intensa,
DiCaprio, mediante su empresa Appian Way, sólo colaboró en lo relacionado con el desarrollo creativo de la idea y el guión.