28 años después
Críticas
4,5
Imprescindible
28 años después

Memento Mori

por Sara Heredia

Hemos tenido que esperar 18 años para ver la continuación de la saga 28 días después, pero si tenemos que esperar otros 18 para que Danny Boyle y Alex Garland hagan otra película como la que han hecho con 28 años después, los esperamos con mucho gusto. Se ha juntado el ingenio del guionista con el arte visual del director y han dado a luz a una de las mejores cintas de infectados -que no zombies, como bien dice el meme- de los últimos años.

28 años después sorprende a cada momento. Si estás esperando una aventura que ya sabes como va a terminar, te aseguramos que ésta no es una de esas historias. El afilado guion de Garland lleva al espectador por caminos inesperados en una apuesta que no todos van a estar dispuestos a comprar, pero te aseguramos que, si te dejas llevar por lo que te proponen, disfrutarás en la sala de cine como un niño con un helado.

La tercera entrega de la saga explora cómo los supervivientes a la epidemia de la ira siguen aguantando 28 años después de que el virus abandonara el laboratorio. En concreto, se centra en un pequeño pueblo situado en una isla que está protegido por un único camino a tierra firme que desaparece cuando sube la marea. La narrativa es conducida por una familia: el padre, aguerrido superviviente; la madre, postrada en la cama debido a una enfermedad; el niño, viviendo un 'coming-of-age' y listo para luchar él mismo contra los infectados.

Cuando las criaturas infestadas por la rabia aparecen en pantalla, la película ofrece unas potentísimas y brutales imágenes. Boyle no se ha cortado ni un pelo a la hora de mostrar violencia. Sabe que un apocalipsis de este estilo es duro y está dispuesto a mostrárselo al espectador. De ahí que los infectados arranquen cabezas con columnas vertebrales y las luchas contra ellos sean viscerales.

Hay una parte muy cruda en esta película dominada por el 'memento mori'. Esta expresión en latín, con mucha presencia en la cinta, significa "recuerda que morirás" y es un buen resumen de los acontecimientos. Spike, el niño protagonista, ha nacido en un mundo acostumbrado a la muerte y lo ve como algo inevitable. No puedo hablar mucho más sin desvelar detalles importantes de la trama, pero quizás lo más desgarrador del guion de Garland no es la violencia de los infectados, sino el recuerdo constante de nuestra mortalidad.

Como decimos, 28 años después no es una película cómoda para todos. En primer lugar, por ese factor sorpresa que mueve la narración y que rompe a cada segundo con tus propios esquemas. Si te opones todo el rato a lo que cuenta el autor porque no es lo que esperabas, el visionado te va a resultar muy difícil. En segundo lugar, porque Boyle es un director con un estilo muy particular, tanto visual como de tono. Hay encuadres inclinados, decisiones de montaje muy atrevidas y bromas aquí y allá que quizás te descoloquen.

Yo he entrado de lleno en el viaje que me han propuesto y me lo he pasado en grande. ¡Y qué interpretación de Jodie Comer! Solo por ella, la cinta ha merecido la pena.

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