El oro de nadie goza con el privilegio de aparecer en las dos autobiografías de Leonard Nimoy, ya que fue la cinta que le permitió no encasillarse en el papel de Spock en Star Trek.
En un principio, la Metro Goldwyn-Mayer le ofreció el proyecto a Peter R. Hunt, director de 007 al servicio secreto de su Majestad. Sin embargo, el cineasta rechazó encargarse de la cinta y la productora, entonces, le encomendó la tarea a Sam Wanamaker.
Al igual que en el puesto de director, la Metro Goldwyn-Mayer tenía otro actor como primera opción para el papel protagonista. Y no era otro que Stephen Boyd. Sin embargo, el elegido finalmente fue Yul Brynner.