Estamos en Ereván, Armenia. Una ciudad, y un país, en pleno proceso de transformación, donde los monumentos de ayer son las ruinas de mañana. Estamos en Ereván, donde unos niños juegan y se dan guantazos en plena calle. Estamos en Ereván, pero apenas si vemos retazos, como un puzzle intermitente, como fragmentos perdidos de un país imposible de retratar en su totalidad. Un mundo caótico, incompleto.