Entre dos aguas
por Carlos LosillaEn Fin conviven dos películas. Una se inscribe en la nómina de esas producciones españolas que no quieren parecer producciones españolas, que tienden hacia un cierto mimetismo respecto del cine americano y que encuentran en el género fantástico un dudoso terreno abonado. La otra es una propuesta más abstracta, que habla de paisajes y figuras, que podría ser la metáfora de muchas cosas, entre ellas de ese "fin" que enuncia el título y que podría referirse tanto al apocalipsis anunciado como a una cierta degradación de las relaciones humanas en un contexto social en crisis (no sólo económica).
La excusa la sirve en bandeja un guión en el que han intervenido Jorge Guerricaechevarría y Sergio S. Sánchez, este último también responsable del libreto de Lo imposible, lo cual debería darnos una pista de por dónde quieren ir las cosas. Un grupo de viejos amigos y amigas se reúnen para pasar unos días en plena naturaleza, al parecer a instancias de uno de ellos que finalmente no se presenta y que desempeñó un extraño papel en el pasado de todos. Un acontecimiento inesperado e inexplicable, sin embargo, tensa aún más las relaciones, ya de por sí enrarecidas, y los precipita a un abismo alucinado, a un mundo donde toda presencia humana parece haber esfumado. Entre la intriga de algo que nunca se explica del todo y ese tema de la desaparición, el primer largometraje de Jorge Torregrossa, responsable anteriormente de varios capítulos de series televisivas, aunque también de algunos apreciables cortos, navega sin rumbo entre el thriller de misterio y el drama existencial a lo Antonioni, entre el terror y Gus Van Sant, sin encontrar nunca el tono adecuado.
Hay imágenes poderosas en el batiburrillo resultante, de las que una estampida de ovejas en un desfiladero angosto podría ser emblema máximo. Pero las relaciones entre los personajes se quieren hacer más complejas de lo que deberían, y los diálogos resultantes se mueven entre el coloquialismo más estereotipado y los tópicos exclamativos de este tipo de géneros, produciendo un inadecuado efecto de falsa cercanía. Fin debería haber asumido sus presupuestos hasta el final, y no lo hace por ese miedo ancestral del cine español "industrial" a parecer ambiguo o inseguro, frágil o precario, cuando es precisamente esa falsa seguridad en sí mismo la que termina ahogándolo. Pero eso no es por culpa de Torregrossa, del que esperamos propuestas más estimulantes cuando pueda abordar un proyecto sin tantas dependencias.
A favor: la voluntad de romper con los esquemas impuestos por las convenciones de la producción.
En contra: la imposibilidad de conseguirlo.