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    El postre de la alegría
    Críticas
    2,0
    Pasable
    El postre de la alegría

    Generosidad interpretativa

    por Beatriz Martínez

    Cada vez, con más frecuencia, la cartelera se llena de películas protagonizadas por personajes que podemos incluir en la franja de la tercera edad. Muchas veces se enmascaran sus propósitos, y lo que debería ser un film casi geriátrico se convierte en un torbellino de acción, como es el caso de Los mercenarios o RED. Otras veces simplemente responden a las necesidades de una población cada vez más envejecida que también tiene derecho a verse reflejada en la pantalla a través de los más diversos conflictos cotidianos. Es el caso de Paulette, una película con fondo costumbrista, que casi podría entroncar con la tragicomedia italiana de toda la vida y que por eso mismo su esencia es casi la de otra época, mucho más identificable para un espectador que sabe manejar mejor los códigos de otros tiempos que de estos. Además, la película de Jérôme Enrico se adapta a la perfección a la problemática actual que atraviesan muchos ancianos, con el recorte de las pensiones y la precariedad de una vida que cada vez cuesta más esfuerzo vivir.

    La figura de Paulette es en ese sentido de lo más cercana: Una mujer que sacó adelante a su familia gracias a su trabajo y su esfuerzo y que ahora ha quedado relegada en un barrio que un día fue próspero y que ahora es marginal, casi desahuciada y teniendo que buscar soluciones prácticas para salir adelante. También es un poco retrógrada (no puede soportar que su hija se casara con un hombre de color), es gruñona y tiene malas pulgas pero, como suele ser habitual, tiene en el fondo buen corazón. Y es emprendedora, lo que la llevará a aprovechar que en su zona se trafica con cannabis para meterse en el negocio como camella. Así que el drama de una mujer sola y a punto de perderlo todo, se convierte en una comedia con chispilla, que tiene alma de subversiva pero que en realidad es tan inofensiva como los pasteles que prepara la protagonista. Nada que objetar si lo que se busca es ver un telefilm de sobremesa. En realidad, todo lo que vale Paulette es gracias a su actriz protagonista, la mítica Bernadette Lafont, una de las musas de la  nouvelle vague que falleció precisamente el pasado mes de julio dejando como legado este personaje gracias al que después de mucho tiempo volvía a estar en primera fila. No es la película que se merecía la actriz como despedida, pero también es cierto que su magia interpretativa permite que una obra mediocre, pueda tener incluso algo de encanto. Y eso sí que es el regalo más bonito y generoso que un intérprete nos pueda hacer a los espectadores, ancianos, jóvenes o de la edad que sea.

    A favor: Bernadette Lafont y su séquito de amigas.

    En contra: Que la película sea muy poquita cosa.

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