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    Need for Speed
    Críticas
    2,0
    Pasable
    Need for Speed

    Quemando el asfalto

    por Beatriz Martínez

    Si los amantes del cine de velocidad y coches temían por la continuación de la saga A todo gas tras la muerte de Paul Walker, que no se preocupen, porque aquí da inicio otra posible franquicia dispuesta a desbancar a la anterior y, además, con otro héroe al volante de moda, Aaron Paul, con ese punto justo entre el macarrismo de Jason Statham, la pose cool de Ryan Gosling y un toque poligonero que le sienta estupendamente.

    Need for Speed está basada en uno de los videojuegos de carreras más importantes de los noventa en el que se podían pilotar virtualmente algunos de los automóviles más potentesdel mercado, con la opción además de poder tunearlos al gusto del consumidor.

    Este esquema básico es, por supuesto, el que toma su adaptación cinematográfica, llevada a cabo por Scott Waugh, un experto real en el tema ya que ha trabajado como especialista en películas como xXx o Torque: Rodando al límite,antes de pasarse a la realización con películas tan patrióticas y masculinas como Acto de valor. Ahora continúa en su senda de aportar adrenalina y testosterona al personal con esta película en la que la acción se sitúa como la máxima protagonista. La acción y los coches, por supuesto. Un auténtico escaparate de maravillas del motor para aquellos que sepan apreciarlo, capaz de situar en éxtasis a más de uno no solo gracias el espectáculo a la hora de comprobar las virtudes que pueden alcanzar en las carreras que trufan la película, sino además, gracias al despliegue de virguerías que pueden llegar a hacer sus conductores con ellos.  

    Pero más allá de motores a pleno rendimiento, de tubos de escape atronadores y competitividad en el asfalto, Need for Speed consigue trascender gracias a la personalidad de Aaron Paul que, como decíamos, tiene el carisma suficiente como para ser el único elemento humano en esta película que es capaz de sobresalir por encima de la propia exhibición mecánica a la que está orientado el disfrute del film.

    Por lo demás, la película adolece de una trama ramplona únicamente justificada para llegar a las carreras que la vertebran, de manera que estos interludios llegan a pecar de demasiado largos e innecesarios. Venganza, pundonor, sacrificio y espíritu kamizake. Y mucha adrenalina y gasolina para quemar la carretera. Eso, al fin y al cabo, es lo que realmente importa aquí.

    A favor: La química entre Aaron Paul e ImogenPoots. Y las carreras de coches, claro.

    En contra: Su endeble estructura narrativa.

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