Noche en el museo: El secreto del Faraón
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Nikita J
Nikita J

18 usuarios 14 críticas Sigue sus publicaciones

1,5
Publicada el 8 de febrero de 2015
Mala. Papeles superficiales, risas demasiado tontas, me esperaba mucho más, como la primera ninguna.
Lourdes L.
Lourdes L.

131.350 usuarios 920 críticas Sigue sus publicaciones

3,0
Publicada el 16 de enero de 2015
¿Y que más da la aventura?, ¿si ésta es ingeniosa, repetitiva o vulgar?, ¡vamos a jugar a ser niños!, a correr por los pasillos, a tocar lo prohibido, a mover las piezas del sitio y crear un caos divertido, a indios y vaqueros, romanos contra egipcios, a ver al histórico coronel a lustroso caballo, al resucitado faraón que abandona la silla de ruedas por la pompa del dios solar Ra, a Lancelot confuso en busca de su bella dama, al hombre de neandertal más actual que nunca, esqueletos bailarines de dinosaurios y griegas estatuas fantasmas sin brazos..., pueden imaginar tantas ideas, locuras y ocurrencias como quieran pues, tienen a su disposición un parque-museo de atracciones propio, de enorme diversidad según la época que les apetezca, con variados personajes para moverlos a su antojo y al son de su más diestra o ineficaz imaginación.
Para esta tercera parte se trata del peligro de la desaparición de la juerga nocturna, de la fiesta de desmadre y frenesí no permitida que tiene lugar cada día, a la puesta del sol y que puede verse interrumpida definitivamente si no se recargan las pilas de la tablet egipcia durante tantos años de utilidad gratificante y provechosa, una contrarreloj para salvaguardar la vida de unos fieles amigos de cera, de gran corazón y enorme alma, a los que se disfruta, protege y añora con cariño sincero.
Sin duda, la sorpresa mágica y novedad fresca de diversión y entusiasmo de la primera se perdió hace tiempo, caducó con la proyección del último minuto de la original, por tanto queda lo esperado, entretenimiento ligero, suave y moderado, de fácil y rápido consumo para digerir sin contratiempos ni gran preocupación, concentrada levedad que permite airear los malos humos y aligerar la carga diaria del equipaje, un añorado último vistazo a un desaparecido Robin Williams con respeto y gratitud, alguna mueca simpática y alegre que nunca llega a gran sonrisa de hilarante diversión, humor tibio y condescendiente para todo público y familia, con el esperado gracioso y risueño dueto Steve Coogan/Owen Wilson, el ameno mono gamberro y el querido director de orquesta de este mausoleo viviente, un adecuado Ben Stiller que no se sale de la norma y cumple con su papel esperado.
Duración adecuada para no resultar pesada y guardar un buen recuerdo de ella, sabes la historia, su antecedente y que ésta no va a variar en demasía, sólo dar vueltas al mismo querido tiovivo con cierta gracia y acierto y, esperar que siga rellenando el tiempo de ocio escogido con cordialidad y armonía dentro de su estrecho cometido, tenacidad breve para un producto comercial de formato conocido, esfuerzo mínimo y beneficio mutuo donde, ambas partes, público y responsables salen ganando.
Por suerte para todos e inteligencia de los encargados y dirigentes de la misma, ésta parece despedirse con un oportuno cartel de cierre en su momento conveniente y, conformarse con una gratificante trilogía de memoria agradable en el tiempo y por siempre entrañable y bonito recuerdo, no ceder a la tentación de alargar un producto que no da para más y cuidar lo que ha sido un fructífero nacimiento, correcto desarrollo y efectivo final de despedida, que no busca tanto el ajetreo espectacular de su hermana anterior sino que vuelve más hacia sus orígenes emocionales y sentidos ahora trasladados al British Museum londinense de una Inglaterra hermana y aliada de lengua y mucho más.
Encantada de conocerte, gran velada de innegable gustosa compañía, gracias por amenizar mi tiempo, hasta siempre con cariño, muchos besos...
Posdata: con diferencia, lo mejor de todas las marionetas, saltos malabares y carreras vertiginosas de esta última conexión y contacto breve es el cameo de Hugh Jackman y su momento Lobezno, nada como ese toque irónico/benevolente y reírse de uno mismo para que los demás te sigan por dicho camino.
cine
Un visitante
1,5
Publicada el 10 de enero de 2015
Bromas sin clase y personajes repetidos no aportan nada al espectador adulto. Ya han exprimido demasiado la formula
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