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    Marte (The Martian)
    Críticas
    4,0
    Muy buena
    Marte (The Martian)

    Salvar al astronauta Damon

    por Suso Aira

    Poseedor de una trayectoria tan apasionante como errática (y sirve lo de errática tanto por ir a veces a la deriva como por cometer errores), Ridley Scott parece haber hallado en esta peripecia solitaria (pero a la postre solidaria) de un astronauta dejado a su suerte en Marte la oportunidad de sincerarse, identificarse y, por fin, retornar al planeta de los éxitos mainstream. Consciente, y acaso con algo de resquemor a cuestas, de que todo aquel que hoy está dando la última palabra en el género de la ciencia ficción le debe mucho a sus dos obras maestras (Alien, el octavo pasajero y Blade Runner), se ha dejado la piel en esta Marte (The martian). Prometheus era otra cosa, asimismo brillante, pero carecía de esa voluntad de acercar el género fantacientífico al gran público hibridándolo con las mejores y más taquilleras formas del lenguaje cinematográfico.

    Marte (The martian) es más ciencia (botánica) que ficción, es una entretenidísima historia de supervivencia, de esas que a Hollywood le encantan, un bastante como el Náufrago de Robert Zemeckis con ese discurso técnico espacial del Contact del mismo director. Combinando elementos que van del sesentero Perdidos en el espacio de John Sturges con su rescate desde la NASA a aquella corriente ecologista y humanista de la ci-fi cuyo mayor exponente vendría a ser Naves silenciosas, de Douglas Trumbull, Ridley Scott no se deja llevar por florituras estetas baldías, su pecado venial. Sin forzar nunca la máquina, el director consigue mostrar imágenes y secuencias de una gran belleza (las sucesivas tormentas en la superficie del planeta rojo), atento siempre al hombre, a ese Matt Damon, estrella indiscutible del film. Cuando Christopher Nolan, el cerebral Christopher Nolan, había descubierto los sentimientos, la humanidad, en Interestellar, y cuando el espiritual Alfonso Cuarón buscó a Dios en el espacio exterior con Gravity, Scott hace lo mismo sin estridencias, con una humildad hasta ahora impensable en él, reescribiendo escenas de las dos películas citadas (toda la parte final) con una eficacia alucinante.

    Ridley Scott, sí, se reconoce en el personaje de Damon, en ese verse abandonado por sus compañeros, en ese buscarse la vida con lo que tiene a mano, con lo de ponerle buena cara al mal tiempo. Todo esto es una novedad en este director casi siempre huraño y pagado de sí mismo. Como novedad es el sentido del humor (y el optimismo) que posee el film. Comedia casi monologuista (Matt Damon one man show), que saca oro de su selección musical disco e incluso poesía de una patata, podría afirmarse no sólo que este es el mejor trabajo en muchos años del director británico, sino que ha conseguido que muchos hayamos pensado en la Dark Star de John Carpenter y en, claro, la Space oddity de David Bowie (anda y chínchate, Duncan Jones).

    A favor: El humor y la elegancia de la dirección de Ridley Scott.

    En contra: Algunos personajes aparecen algo desdibujados.

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