Crítica de SensaCine.com para Guadalquivir: El río de la vida

Desde la sierra de Cazorla hasta las playas del Atlántico, de Jaén a Huelva y Cádiz, los 657 kilómetros recorridos por el Guadalquivir protagonizan este peculiar y muy ambicioso documental producido en casa, pero de ánimo internacional. Guadalquivir, el río grande, significado de la palabra original árabe, al-wadi al-Kibir, así pues, funciona como eje, nunca mejor dicho, para mostrar la esplendorosa flora y más esplendorosa fauna de los tres principales hábitats creados merced el paso del río: Cazorla, las dehesas de Sierra Morena y las marismas de Doñana; tres entornos únicos, irremplazables y joyas absolutas del ecosistema ibérico.

No cabe duda de que 'Guadalquivir', dirigido por Joaquín Gutiérrez Acha, le debe mucho a la fantástica realización del mítico programa de Félix Rodríguez de la Fuente con el que creció toda una generación en nuestro país. Planos a vista de águila real, primerísimos planos que detallan la cotidianeidad de ciervos o linces ibéricos, todos ellos beneficiados por la magnífica precisión que proporciona la tecnología 4K, última generación de cámaras digitales capaces de retratar los mil y un colores de las bandadas de aves como si estuvieran registrados por nuestros propios ojos. A diferencia, no obstante, del relato del documental televisivo convencional, el guión de 'Guadalquivir', firmado por Felipe López-Mirones apuesta por el lirismo para cantar las mil y un bellezas de ese trayecto fluvial, narradas por la más que serena y al mismo tiempo portentosa voz de Estrella Morente. Ella acompaña al gran protagonista del filme, un zorrillo ibérico, que se nos es presentado en Cazorla y a quien veremos viajar, solitario, desesperado y hambriento, hasta la playa de Sanlúcar de Barrameda.

'Guadalquivir', en suma, resulta un apabullante documento con y por el que dejarse llevar. Hay imágenes sobrecogedoras (los planos aéreos de los flamencos volando, como si tejieran un caleidoscopio en el cielo), y aunque el formato del documental encorseta demasiado el resultado último (una apuesta por un código menos televisivo hubiera sido más arriesgado pero también más bello), como documental de naturaleza es brillante. Y emocionante.

A favor: La gran precisión de la imagen y el sonido, además de los protagonistas del filme, los animales que viven en y del Guadalquivir.

En contra: Su formato.