Una noche basta para complicar y solucionar tu vida, basta para conocer a tu alma gemela, basta para entender que no siempre amar es agarrar, a veces es dejar marchar.
Chris Evans se lanza a la dirección con esta historia llena de ternura, amor y reflexión para entregarnos una película que, aunque no destaque por su maestría tras las cámaras ni por su originalidad en el guion, consigue llegar a nuestros corazones creando y mostrándonos el interior de estos dos personajes tan carismáticos, complejos y reales a su propio modo de ser- Porque puede que nos encontremos una situación que, aunque lo intente, escapa a toda posibilidad de realismo, pero traza una narración que sigue los problemas a los que todos nos enfrentamos a lo lago de nuestra vida: el miedo, el rechazo y, el mayor problema de todos, el amor.
Pues no hay manera más clara de explorar estos problemas que a través de dos almas perdidas que se encuentran en el momento más profundo de su miseria, el más adecuado para recomponerse el uno al otro, para no sentirse solos y desgraciados, pero no el adecuado para acabar el uno junto al otro.
Y es este punto el que más destaca de la película, una cinta llena de esos clichés de las comedias románticas que tanto nos gustan (desde ese inicial meet cute hasta ese encuentro con el adivino) pero que consigue disociarse del género para ofrecernos un final que nos muestra que a veces el amor no es suficiente, que a veces solo necesitamos un hombro sobre el que llorar y una persona que nos muestre tal y como somos, no lo que tenemos que hacer (nadie lo sabe), sino donde estamos.
Todo esto se nos muestra con una puesta en escena marcada por la sencillez, una continua cámara en mano que nos acerca a los personajes, como también lo hacen esos permanentes desenfoques de los fondos que nos enseña a estas dos complejas personas iluminadas por múltiples luces que se unen en una sola para dejarnos a solas con ellos.
Así, encontramos una película que consigue lo que busca, plantearnos dos vidas que reflejan la propia nuestra, no por sus similitudes, sino por su humanidad, por su cercanía y calor, por hablar de ese miedo a afrontar la realidad y del amor como guía a través de todos los caminos de la vida.