Mi cuenta
    Anomalisa
    Críticas
    4,0
    Muy buena
    Anomalisa

    Pequeño teatro de lo siniestro

    por Carlos Losilla

    Puede parecer extraño que el segundo trabajo de un cineasta como Charlie Kaufman sea una película de animación, sobre todo después de una carrera como guionista que incluye títulos como Cómo ser John Malkovich (Spike Jonze, 1999), Human Nature (Michel Gondry, 2000), El ladrón de orquídeas (S. Jonze, 2002), Confesiones de una mente peligrosa (George Clooney, 2002) u ¡Olvídate de mí! (M. Gondry, 2004), todos ellos fundamentales para entender la evolución del cine en el cambio de siglo. Sin embargo, el hecho de que su ópera prima como director fuera Synecdoche New York (2008) tiene mucho que decir al respecto, dejando aparte la tradicional suspicacia del crítico ante eso que conocemos popularmente como “dibujos animados”. En efecto, aquella era una película singular, atípica, demasiado personal como para proceder de Hollywood y muy poco complaciente como para pertenecer a ese “cine de autor” mainstream que se lleva ahora. A medio camino entre ambas opciones, Synecdoche New York ya planteaba una cuestión fundamental, que ahora recoge Anomalisa: ¿cómo convivir con nosotros mismos cuando nos resulta imposible hacer realmente lo que queremos?

    Si convenimos en que, en el mundo de Kaufman, la pregunta anterior acostumbra a habitar esa zona común que comparten director y espectador, las cosas quedan un poco más claras. Y nos damos cuenta de que la historia de ese autor de libros de divulgación empresarial que viaja a Cincinatti para dar una conferencia (y de paso acaba enamorándose de una chica demasiado corriente que pernocta en su mismo hotel) presenta un asombroso parecido con la del ambicioso autor teatral que en Synecdoche New York concebía un proyecto desmesurado, destinado a cambiar no solo su deriva profesional sino también su vida personal. Ambos son títeres sin rumbo a los que la vida se les escapa día a día de las manos sin dejarles constancia alguna de lo que realmente significa. ¿Y qué mejor, para representar ese automatismo existencial, que actores que no son actores, que son solo marionetas manipuladas en stop motion? He ahí por qué Anomalisa solo podía concebirse desde la animación. En un momento dado, el protagonista nota que su cabeza se desencaja, como si fuera un muñeco que empieza a romperse, y entonces empezamos a comprender esa sensación alucinatoria que nos ha perseguido hasta entonces, por mucho que la estética y el tono hayan perseguido un realismo acérrimo: Anomalisa es una película sobre la vida entendida como una gran pantomima de la que nos resulta imposible escapar, cuyos designios siniestros somos incapaces de eludir. Como si fuéramos monigotes en manos de un gran demiurgo que jugara con nosotros de manera inclemente.

    Eso ya sucedía, como decíamos, en Synecdoche New York, donde el protagonista terminaba confundiendo realidad y ficción en el interior de esa gran obra teatral a la que no podía poner fin, en la que acababa atrapado. Pues bien, Anomalisa no sería la película que es (conmovedora, contundente, insólita) si la pequeña anécdota con la que empieza no fuera adquiriendo asombrosos tintes existencialistas que acaban acercándola a las grandes obras de esa tendencia: a medio camino entre Kafka y Borges, entre la férrea construcción del teatro realista americano (de Arthur Miller a Sam Shepard) y la falsa liviandad de las fábulas propias de la tradición judía (de Jerry Lewis a los hermanos Coen), la película de Kaufman (puesta en imágenes con la ayuda del animador Duke Johnson) concibe la vida cotidiana como un mecanismo perverso que manipula y oprime, observa nuestro triste destino con una minuciosidad que a la vez demuestra un delicado sentido del detalle y una pavorosa capacidad para asomarse a los bordes del absurdo que nos rodea. Pues todos vivimos en ese hotel solitario, todos buscamos a alguien que dé sentido a lo que no puede tenerlo. Y todos descubrimos, en un momento u otro, que nuestra paranoia quizá no sea tan imaginaria como parece.

    A favor: No se trata de “animación para adultos”, sino de cine en estado puro, de imágenes que son como espejos deformantes de nuestras vidas.

    En contra: A algunos les podrá parecer demasiado delirante... incluso para ser una película de animación.

    ¿Quieres leer más críticas?

    Comentarios

    Back to Top