[...] Dos líneas temporales distintas, una en África que arranca en 1953 cuando el joven Kilian (Mario Casas) llega a la isla para trabajar junto a su padre (Emilio Gutiérrez Caba) y su hermano Jacobo (Alain Hernández) en la plantación. Kilian queda fascinado por la magia de la zona, la exuberancia del paisaje y la población local, enamorándose de una joven “bubi“. Una relación turbulenta que le trajo problemas a ambos pues estaba mal vista por las dos culturas y que se verá truncada en 1970, después de que la colonia se independizara y los extranjeros se vieran obligados a abandonar el país por decreto. La otra línea temporal se ubica en 2003, cuando muere Jacobo (hermano de Kilian) y su hija Clarence viaja a la isla para intentar descubrir a quien enviaba dinero su padre y porque.
Palmeras en la nieve es una superproducción en el sentido más comercial de la palabra, resulta ser excepcional en los aspectos técnicos, tiene una cuidada ambientación de la época colonial y un reparto de lujo con nombres de peso para distintas generaciones como Emilio Gutiérrez Caba, Mario Casas, Adriana Ugarte, Macarena García, Laia Costa, Daniel Grao o la debutante Berta Vázquez cuyo rendimiento es excelente. Todo ello al servicio de una historia de amor imposible, ambientada en otra época y otro continente, que permanecerá a través de los años.
Por desgracia, temas importantes como la explotación de los trabajadores, las violaciones, el abuso de autoridad o la independencia de la isla están tratados con demasiada ligereza, incluso de una manera trivial. Asuntos como el colonialismo, los contrastes de culturas o el funcionamiento interno de la plantación están retratados a golpe de cliché, el ejemplo más claro es ver a Macarena García bailando con la población local alrededor de una hoguera. Entiendo que tiene que ser difícil condensar toda la materia de la novela en una película y se ha perdido profundidad en los personajes y en las circunstancias políticas y culturales. Aun así ha quedado larga, más de dos horas y media es demasiado, por mucho que salga Mario Casas sin camiseta. Quizá una mini serie hubiera sido un formato más adecuado.
Un reparto bien elegido y una excelente factura técnica para una historia atractiva y una película entretenida. Aunque narrativamente resulta algo caótica, tiene demasiadas tramas secundarias, algunas aportan más bien poco y otras están bastante desaprovechadas.