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    La odisea de Alice
    Críticas
    3,5
    Buena
    La odisea de Alice

    Revertir los roles

    por Israel Paredes

    Alice, una magnífica Ariane Labed, trabaja como mecánica en un navío de nombre “Fidelio” (elección nada casual en relación a la historia). Es la única mujer en el barco, conviviendo con hombres de varias nacionalidades. Ha dejado a su pareja en tierra, invirtiendo de esa manera los roles clásicos de los relatos marineros. Una vez abordo, descubrirá que el capitán del barco fue un amor de juventud, creándose desde ese momento un triángulo tanto físico como, para Alice, interno, porque supone una revaloración de conceptos como fidelidad y amor, sobre su cercanía y su distancia.

    La debutante Lucie Borleteau articula La odisea de Alice a partir de un modelo clásico de relatos de marineros, pero en este caso con una mujer en el centro del mismo, variación que va más allá del mero capricho. La premisa de arranque es tan mínima como efectiva gracias a la sencillez con la que la cineasta trabajar el material, tanto a nivel argumental como formal, para permitir que la historia fluya sin apenas comentario sobre los actos de Alice, optando por una distancia expositiva que no funciona en todo momento pero que permite el poder acercarnos a las dudas y a los deseos de Alice con una cierta limpieza discursiva a partir de la cual poder sacar conclusiones propias. La lectura por parte de la protagonista del diario del hombre al que sustituyó en el barco, crea un interesante paralelismo entre ambos, más allá del género. Las dos experiencias poseen muchos puntos de unión, y es ahí donde Alice se encuentra en la encrucijada de tener que elegir entre dos vidas diferentes pero, a su vez, implica el tener que plantearse si realmente está haciendo bien al estar, de una manera u otra, con dos hombres a la vez.

    Pero La odisea de Alice resulta interesante, sobre todo, en cómo Borleteau, con la estimable ayuda de Labed, ha conseguido crear un personaje femenino que no existe solo como mujer que despierta deseos en los hombres; ella también los experimenta, como denota esa secuencia en la que se masturba, casi carente de erotismo (como el resto de secuencias sexuales) y en la que importa en tanto a que manifiesta sus deseos. No obstante, la cineasta no ha caído en un relato reivindicativo a secas, sino que ha buscado las aristas del personaje, sus contradicciones, su vulnerabilidad. Es decir, ha dado forma a un personaje enormemente humano, con tantas dudas como deseos, con más preguntas que respuestas.

    Aunque la película esté asentada más en el guion que en la puesta en escena, Borleteau cuida el encuadre y las imágenes son limpias, sin apenas ornamentos en la construcción escénica, lo cual ayuda a recibir la historia de manera clara y directa. Algo convencional y plano, pero efectivo y más que correcto, el trabajo visual de la cineasta podría haber dado más fuerza a una película, por otro lado, muy interesante y que en su sencillez esconde, posiblemente, gran parte del sentido de su discurso.

    Lo mejor: Ariane Labed y la apuesta de Boeleteau de dar la vuelta a los estereotipos.

    Lo peor: La dirección es algo plana y se echa de menos más riesgos en el plano visual. 

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