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    Ice Age: El gran cataclismo
    Críticas
    3,5
    Buena
    Ice Age: El gran cataclismo

    Armageddon yeyé

    por Marcos Gandía

    No suele ser normal que una franquicia, saga o serie de películas (elijan el nombre que menos les disguste) vaya de menos a más de manera sorprendentemente progresiva. Eso es lo que está sucediendo con Ice Age, cuya quinta entrega se coloca al frente del resto del pelotón sin aparente esfuerzo. Bueno, lo de esfuerzo lo podríamos discutir porque Ice Age: el gran cataclismo sí que denota una labor muy certera en términos no sólo de animación (esto es lo más comprensible: cada año que ha transcurrido desde el primer título ha supuesto un montón de mejoras técnicas en este apartado), sino en el guión y en el manejo, ya familiar, de los personajes habituales.

    En mi humilde opinión creo que los artífices de la franquicia, saga o serie de películas supieron aprender de sus propios errores y limitaciones, teniendo, eso sí, la inmensa suerte de que cada uno de los títulos resultara un éxito en taquilla, cosa que les dio más carta blanca y manga ancha para centrarse en lo que funcionaba (léase, y en mayúsculas, Scratch, la ardilla primitiva) e incidir en ello. Este quinto episodio vuelve a hacer de Scratch el apasionante y tronchante deus ex machina de la narración. Personaje ya directamente de cartoon, escuela clásica que va de los míticos de la Warner a los de Fred Quimby y Chuck Jones en la Metro-Goldwyn-Mayer, su estropicio metarreferencial (hablar y hacer del fin del mundo el gag principal, casi nada) hace del inicio del film una catarata slapstick que funcionaría muy bien como cortometraje independiente (de hecho el que vimos también espacial de la ardilla de marras ya era eso/esto), pero que lo hace muchísimo más y más cinéfilamente como coña y guiño al género catastrofista de los años 70 o a esa pieza magistral más moderna de Michael Bay que es Armageddon (hay unos cuantos chistes al respecto que son directamente de reclinatorio).

    Incluso para los más iniciados, asiduos eso sí a la versión original, hay un sutil juego entre las similitudes en pronunciación de ends this land y Jennings Lang, el productor de la saga Aeropuerto y de la setentera Terremoto. Con esta premisa de disaster movie, Ice Age: el gran cataclismo regresa a la evolución (cómica) de sus especies trazando paralelismos entre la hecatombe planetaria y el pase a la edad adulta (procreadora, vamos) de los vástagos. Algo que, animales prehistóricos con vida propia llenos de recursos de alta comedia todos ellos al margen, enlaza de manera cinéfila (saquemos por segunda vez el reclinatorio) esta quinta entrega con, ni más ni menos, El padre de la novia de George Cukor.

    A favor: su adorable homenaje a los dibus de Walter Lantz.

    En contra: En la próxima entrega podrían prescindir ya de algún personaje secundario.

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