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    Las apariencias engañan
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Las apariencias engañan

    ¿Quién teme a Virginia Wolf y a James Bond?

    por Marcos Gandía

    Curioso el caso de Greg Mottola. Pieza clave dentro de este fenómeno que seguimos viviendo llamado la nueva comedia USA, su nombre ha quedado un poco eclipsado frente a los más populares, exitosos y respetados Todd Philips, Nicholas Stoller o Jud Apatow. Pues resulta que Mottola es con absoluta seguridad el más europeo, el más adulto (lo que resulta extraño en un cine que habla de la inmadurez), más incluso que ese Apatow que a ratos se cree el Ingmar Bergman de la risa matrimonial. Con dos obras maestras en su haber, Supersalidos y Adventureland, este autor se nos descubrió como el mejor y más truffautiano observador del fin de la inocencia y la magia de la adolescencia, lugares en extinción o en proceso de destrucción que ni siquiera la nostalgia (el mismo cine nostálgico) es capaz de retener.

    Tristes, muy tristes y melancólicas en el fondo (siendo comedias muy, muy divertidas, especialmente Supersalidos), esta pareja de films de Greg Mottola no han tenido continuación en su obra y desde entonces le hemos hallado en productos de innegable comicidad y complicidad (ese Paul con alienígena deslenguado) donde le cuesta dejar su huella. Las apariencias engañan pertenece a este segundo grupo de trabajos alimenticios, bien rodados, con chispa, con mano de hierro para la geografía y el tempo del gag, del chiste (Mottola debe ser de los pocos autores de comedia actuales con un sentido plástico en el plano digno de Blake Edwards), pero al servicio de un guión que no profundiza en nada y que no le da pie para una vuelta de tuerca reflexiva. Historia de dos parejas, una aburrida y asentada en esa rutina que es doblemente terrorífica cuando se trata de treintañeros, y la otra dos glamourosos (pero de incógnito) espías, Las apariencias engañan recuerda a esas premisas en las que un matrimonio normal envidia y anhela la vida del otro y al entrar en ella cae en la cuenta de que no hay nada como el hogar. Preocupada, en el guión y en las interpretaciones, en hacernos creer que estamos en una paródica revisitación de la televisiva The americans o en un Mentiras arriesgadas mezclada con la divertida Espías de  Paul Feig a mayor gloria de Melissa McCarthy y Jason Statham, la película al menos desliza (vía la cinefilia de Greg Mottola) un malvado guiño: ser el ¿Quién teme a Virginia Wolf? de la comedia de acción urbana y hipster.

    A favor: las alusiones sexuales, siempre flotando en el ambiente.

    En contra: la hemos visto miles de veces. 

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