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    Victoria
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Victoria

    Corre, Laia, corre

    por Suso Aira

    Más allá de la machada técnica del plano secuencia de casi dos horas y media, Victoria, ópera prima del actor Sebastian Schipper, es uno de los thrillers más interesantes que nos ha dado el cine alemán. Un thriller que al principio no parece serlo, sino una suerte de documental frenético sobre la ciudad de Berlín, pero que como sucede (o solía suceder) con los primeros trabajos de Tom Tykwer, también germano, va acelerándose hasta mutar en un retrato criminal en el cual la metrópoli es uno más de los personajes.

    Personajes entre los que sobresale siempre uno, siempre femenino: de la Lola de la icónica Corre, Lola, corre a la atribulada chica de origen español a la cual da vida (¡y cómo!) Laia Costa en esta Victoria. Correr, huir, escapar, atravesar la ciudad buscando un lugar en el sol que se muestra esquivo y que, de una manera fatalista que haría sonreír (él, que no era tipo dado a la sonrisa) al mismísimo Fritz Lang, cuya huida hacia delante le llevaría de Berlín a Hollywood. Se aprecia mucho de Lang, del Lang que convertía el retrato de la delincuencia y el crimen en una metáfora política y social (Victoria también pretende serlo, pero es este su punto más débil por lo obvio que resulta cuando se pone a subrayarlo). Pero se aprecia mucho más del Lang estadounidense, el de Los sobornados, Mientras Nueva York duerme o La dalia azul. En el instante en que esa sinfonía de una gran ciudad como Berlín (el comienzo de la película) ya es territorio policíaco (el atraco, la verdadera y más destacable set piece del film), Victoria crece. Deja de ser la típica película alemana moderna que sigue creyendo que Jim Jarmusch, el Jim Jarmusch de los 90, es lo más in, para acelerarse y acabar descubriendo que la modernidad, más allá del ejercicio de estilo vacilón de la secuencia ininterrumpida, seguramente era reencontrarse con un compatriota (asimismo exiliado en Hollywood, y Victoria es también una obra sobre exilios en esta Europa de hoy y en esta Alemania del milagro económico) a través del formalismo apabullante de Michael Mann: Robert Siodmak. Sí, Victoria, aunque se nos venda como virtuosismo y hipsterismo de salas en versión original subtitulada, es una serie B de Robert Siodmak. Y eso a algunos nos sube las pulsaciones más que patearnos a toda velocidad las calles de Berlín.

    A favor: Laia Costa y la escena del atraco.

    En contra: que quiere ser moderna y no le hace puñetera falta.

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