Crítica de SensaCine.com para Mine: Paso decisivo

Producida (con y en España) por Peter Safran en una operación que recuerda mucho al Buried de Rodrigo Cortés, película con la que guarda muchos puntos en común (una situación límite, un único personaje, los ecos de la guerra…), Mine es muchas películas en una. Es, claro, eso que a muchos les encanta y que saca la parte más lúdica y creativa de este denominado séptimo arte: un ejercicio de estilo. Un soldado, un francotirador, abandonado a su suerte en el desierto tras una misión fracasada, pisa una mina y debe permanecer en esa incómoda postura largas e interminables horas acechado por enemigos humanos, animales y psicoanalíticos.

La pareja de italianos directores, cuyo par de cortometrajes anteriores ya jugaban a ello (una situación mínima a la que se le daba un giro final tras hacer de ella una metáfora), se lucen en la planificación de esa situación estática, especialmente cuando el tema de supervivencia y de ingenio para hacerlo aparecen, llegando a la chulería de narrar en tiempo real (cuenta atrás) los tensos y larguísimos minutos finales. La labor de un Armie Hammer obligado a estar todo el rato allí quieto (salvo en unos flashbacks que se antojan totalmente prescindibles), enfrentado a sí mismo, a terroristas, un filosófico bereber y algún que otro fantasma, es excelente. El problema que tiene Mine, que funciona milimétricamente como film de acción, acción introspectiva si se quiere, y como suspense, es que abusa de ese aspecto metafórico. El encadenado final con la postura de caballero penitente (¿es ésta una película sobre el perdón, el de América frente a su intervención en ciertas guerras?) que ha presidido la trama no deja lugar a que el espectador, puesto en primera persona en la piel del protagonista, pueda pensar por su cuenta.

Estamos, pues, ante una película, ante todo, de mensaje, de un mensaje ético, moral e incluso espiritual evidente. Un repaso a los miedos de una sociedad, de una humanidad, incapaz de dar un paso adelante, temeroso de lo que sucederá. No es que esto llegue a molestar, pese a lo ya comentado del final, pero da la sensación de que ya estaba expuesto al inicio de la situación límite y no hacía falta reiterarlo. Tal vez eso se deba a que Mine podría haber sido un cortometraje soberbio y el inflarlo le haya convertido en una correcta, por instantes brillante, peliculita de tesis. Liam Neeson no se habría comido tanto el coco.

A favor: la tormenta de arena y el acecho de los chacales.

En contra: su escena final.