La mezcla entre secuestro aéreo y terror vampírico no es precisamente habitual, y ahí está el primer acierto de Cielo rojo sangre. La premisa, por lo menos, llama la atención: un avión tomado por terroristas, una madre aparentemente frágil que esconde un secreto, y una historia que pronto se desata en violencia y sangre.
La película sabe jugar con el suspense en sus primeros compases, pero en cuanto aparecen los colmillos se convierte en un espectáculo de acción y gore desatado. A ratos puede resultar exagerada o incluso un poco ridícula, pero lo cierto es que mantiene el interés con su mezcla de géneros. Quien espere un terror elegante quizá salga decepcionado; quien busque puro desmadre, encontrará lo suyo.
Las comparaciones con Train to Busan son inevitables: mismo espacio cerrado, misma tensión, solo que aquí en lugar de zombies tenemos vampiros. También recuerda en su tono atropellado a The Strain, la novela y serie de Guillermo del Toro. No llega a la altura de ninguna de las dos, pero se mueve con soltura en ese terreno intermedio.
Los efectos especiales cumplen, las escenas sangrientas no se guardan nada y el reparto responde con la intensidad que pide la propuesta. A nivel narrativo podría haberse afinado más, hay momentos en los que la película se estira y pierde algo de fuerza, pero en general funciona como entretenimiento.
En definitiva, Cielo rojo sangre es una propuesta original dentro de un género que pocas veces se atreve a mezclar tanto. No será una obra maestra, pero sí un viaje turbulento y divertido que demuestra que todavía se pueden hacer películas de vampiros con un enfoque distinto.