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    Malas madres
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Malas madres

    La estación (gamberra) de las mujeres

    por Marcos Gandía

    Nacida para sacar de sus fundamentalistas (y profundamente aburguesadas) casillas a cierta parte del movimiento feminista, ese que solamente mira hacia terceros mundos o territorios de neocolonialismo del buen rollo, Malas madres, con su defensa a ultranza del modelo de cine cómico y de la anarquía como una de las más bellas y liberadoras artes, se revela mucho más feminista, efectiva y sincera que esas otras muestras militantes y militontas.

    ¿La comedia hollywoodiense mainstream no tiene derecho a que monten en cólera sus mujeres y decidan mandarlo todo a paseo? ¿Las féminas de clase media-alta no pueden participar de las reivindicaciones de su género? Eso, amigas y amigos, se llama clasismo. Pero más que ese feminismo visceralmente divertido que se deja de sufrimientos y citas caducas (aquí se le hinchan los ovarios a las tres protagonistas y deciden acabar con tanto estereotipo vía la juerga sin fin y el boicot a la imagen que todos –y todas- esperan de ellas), lo que me parece incluso más radical es cómo esta película, vehículo humorístico que funciona de coña, le arrea un bofetón a eso tan tabú de la maternidad, del instinto maternal y la responsabilidad maternal. Hartas de ser babysitters y de tener que poner cara de felicidad ante la tiranía de los cuellicortos, la trinca de mamis van a ser las lisístratas de la era moderna pero sin poner restricciones sexuales a sus parejas, sin poner restricciones a nada. Emparentada tanto con la corriente peterpanista (término androcéntrico, me señalaría alguna feminista) como con la de las odas a la irresponsabilidad inmadura como modo de madurar, Malas madres, escrita y dirigida por los artífices de Resacón en Las Vegas (¡Oh, son hombres! ¡Vade retro!), hace del caos y de la incorrección, pero más de la alegría de vivir despreocupadamente, hedonísticamente, su señera. Las comparaciones con Resacón en Las Vegas serán inevitables, comprensibles, pero solamente apuntar una cosa: en el film (films) de Todd Phillips los machitos poco alfa se desmadraban bajo la influencia del alcohol y otras sustancias de manera accidental, tratando de enmendar ese desliz a lo largo del metraje (conociéndose en verdad a ellos mismo en ese proceso, añadiría). En Malas madres no hay nada de accidental y sí de una toma de postura meditada. Hasta en eso nos siguen ganando ellas.

    A favor: ese trío de protagonistas nacidas para la juerga.

    En contra: que repita algún gag.

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