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    Call Me By Your Name
    Críticas
    3,5
    Buena
    Call Me By Your Name

    El misterio del amor

    por Violeta Kovacsics

    “Si supieses lo poco que sé de las cosas que importan”, le dice Elio a Oliver. La frase sirve para iniciar una conversación esencialmente elíptica, sobre una de esas cosas que el joven todavía no sabe, y sobre la que Oliver se niega a hablar: el amor.

    La conversación discurre en la que podría ser la escena central de Call Me by Your Name: el director, Luca Guadagnino sigue en la distancia a sus dos protagonistas, mientras cada uno rodea una plaza por su cuenta, hasta reencontrarse a medio camino. En el fondo, Call Me by Your Name es una película sobre esa distancia, la que separa, acerca y vuelve a separar a Elio, un adolescente enormemente culto que sabe todo tipo de detalles de la I Guerra Mundial pero desconoce lo importante del amor, y Oliver, un escritor norteamericano de visita en la casa vacacional de la familia de Elio.

    Es el norte de Italia, la Lombardia; y es el verano de 1983, el de las elecciones estatales, un detalle que se cuela en la película a partir de una acalorada conversación de sobremesa y de la propaganda electoral que se puede ver, de fondo, en la plaza en la que Elio y Oliver hablan, sin explicitarlo, del amor. El contexto es así uno de los múltiples elementos de una película por momentos impresionista, llena de detalles: el calor del verano, la relación próxima entre Elio y sus padres, el origen judío de los personajes, la homosexualidad, las diferencias de edad, la alta cultura como principal pilar... porque Elio, aunque viste una camiseta de los Talking Heads, toca el piano emulando primero a Liszt y finalmente a Bach.

    La familia de Elio, este chico que mola tanto que es capaz de amar democráticamente tanto a The Psychedelic Furs com a la música clásica, es políglota, estudiosa, culta hasta la extenuación, progresista... y adinerada. El placer de la alta cultura se mezcla así con el estatus de la clase alta. La familia pasa el verano en su casa de la Lombardia, leyendo, pensando, conversando; mientras, de fondo, como el cartel de aquellas elecciones de 1983, los sirvientes sirven una copa helada con nata. El embelesamiento por esta gente culta, buena y guapa que se muestra en la película no puede pasarse por alto pues, con el gusto por el detalle de Guadagnino y del guionista James Ivory, nada parece ser fruto del azar. También, porque Call Me by Your Name se despliega esencialmente a partir de lo implícito. El crítico Jonathan Romney señalaba con sorna esta circunstancia cuando escribía: “corro el riesgo de parecer puritano o 'loachiano' cuando digo que esta disposición de amos-y- sirvientes es una de las cosas que más me molesta”. En el fondo, lo cuestionable es, precisamente, que nada de esto se cuestione.

    Esta es la única tacha de una película bella, que retrata las distancias y los tiempos del amor. Capaz de desplazarse emocionalmente, desde el furor de un verano ocioso, en el que el bañador se convierte en pantalón, hasta el gélido invierno, arropado por una chimenea. Del ritmo de una canción ochentera, a la melodía suave, afilada e hiriente de Sufjan Stevens. Del calor al frío, así transcurren los tiempos del amor.

    Guadagnino se maneja en el terreno del deseo, en el del descubrimiento del romance y del sexo por parte del adolescente Elio. Filtra la relación amorosa a partir de miradas, del punto de vista de Elio, de los silencios, de una riña... Citado por Oliver a medianoche, Elio no aparta la vista de su reloj de pulsera, objeto sacralizado por el cine de intriga. Con la mirada y la cabeza puesta en el paso del tiempo, Elio espera, pues no hay mayor suspense que el de una primera cita.

    A favor: El retrato del acercamiento amoroso.

    En contra: Que de tan perfectos, los personajes a veces sean odiosos.

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