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    El tercer asesinato
    Críticas
    3,5
    Buena
    El tercer asesinato

    A los dos lados del cristal

    por Quim Casas

    Sin dejar de lado la mayoría de sus temas principales, o los que han definido su obra en la última década (la relación entre padres e hijos, los complejos lazos familiares, el efecto del pasado de los progenitores en el presente de sus descendientes), Hirozaku Koreeda propone en su última película una historia de aparente intriga judicial desposeída de los atributos más recurrentes en este tipo de relatos. 

    En El tercer asesinato hay un crimen, visualizado de manera frontal en la primera secuencia; un homicidio voluntario que ha ocurrido, aunque el hecho de que así sea filmado no supone, necesariamente, que resulte cierto; cuestión de puntos de vista, el de los personajes y el de quien narra. Después hay un imputado, un abogado, la relación entre el detenido y el letrado, las pesquisas de este para esclarecer una verdad mucho más ambigua de lo que todo el mundo cree. Y hacia el final, solo entonces, Koreeda filma un par de secuencias en un tribunal, con los testigos, los alegatos, el fiscal, el defensor, el acusado y el juez. Por esas dos secuencias no vamos a considerar El tercer asesinato un thriller judicial. No sería justo, o sería reduccionista, y no es lo que el director espera de nosotros.

    El juego de la verdad y la mentira es relativo. La importancia de esclarecer los hechos tampoco parece ser uno de los motivos por los que Koreeda haga esta película. Más bien se trata de un juego de espejos deformados, de la relatividad de los hechos y la manera en que se cuentan. Si Koreeda filma al inicio el asesinato y vemos que quien lo comete es el protagonista de la película, ¿quiere decir que ese hecho ha sucedido de la manera en que el director nos lo ha mostrado? El acusado asegura que sí, que lo hizo de esa manera: varios golpes en la cabeza de su víctima con una llave inglesa y, después, el cadáver rociado de gasolina y convertido en una hoguera. Pero después, el protagonista cambia su versión, modula otra interpretación de la misma. 

    El tercer asesinato es un filme ajustado sobre la ambigüedad y el secreto. Por ello es tan importante la manera en que Koreeda relaciona a sus dos personajes principales en el reducido espacio que comparten una vez al día, el locutorio de la cárcel. Un cristal grueso y sucio les separa. A veces vemos el rostro de uno y el reflejo del rostro del otro en el cristal. En otra ocasión, el reflejo del acusado se superpone lateralmente sobre el rostro del letrado. La ambigüedad de lo expuesto, la forma en que la certeza se quiebra y todo queda relativizado, porque no existe una única verdad, se expresa de manera excelente a través de la puesta en escena de los dos personajes a uno y otro lado del cristal. No es un espejo nítido, pero a veces parece que se están mirando a sí mismos olvidando que tienen al otro frente a ellos. 

    A favor: Que pese a su constante diálogo, los conceptos se expresen siempre mediante las decisiones de cámara e iluminación. 

    En contra: Que sea relegado a la categoría “menor” de la intriga judicial.

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