En la primera mitad de la década de los años veinte el director Dziga Vertov en pleno apogeo del cine soviético crea un nuevo movimiento cinematográfico que aunque sería corto en cantidad de films, resulta importantisimo para la historia del cine y fascinante para aquellos que la amamos. Vertov crea el movimiento Kino-Eye o en español cine-ojo, un movimiento en el que se busca retratar a la sociedad soviética de por aquél entonces vista como si desde el ojo humano se tratase. Para sumergirse aún más en su movimiento Dziga Vertov creó una serie de 23 cortometrajes documentales o mejor dicho filmaciones del día a día en la sociedad soviética llamados Kino-Pravda o en español cine-verdad, una serie noticiaria que dio al cine algo nunca antes visto.
Como cumbre de este moviendo Kino-Eye, Dziga Vertov en 1929 regala al mundo mediante de nuevo grandes innovaciones una de las mejores películas de la historia a modo de un documental experimental.
Esta obra maestra de tan sólo poco más de una hora del gran Vertov es sin duda el ejemplo más representativo del movimiento, lograda sin guión, sin actores, sin diálogos ni intertitulos, simplemente con Vertov, la cámara y la vida del día a día.
El gran mérito de la realización del film es sin duda del montaje frenetico, intelectual y narrativo, el cual logra llevar estas filmaciones de lo cotidiano a una experiencia cinematográfica inolvidable y emocionante como ninguna.
La película no solo nos quiere hablar de la vida, si no que también de él proceso de crear una película, trantandolo como un paralelismo a la propia vida, con escenas de realización de montaje o como no de ese mítico camarógrafo filmando las diferentes situaciones.
Este experimento radical de Vertov corroboro una vez más en el cine soviético que se puede lograr dar significado narrativo sólo y exclusivamente con el uso del montaje.
Dziga Vertov también quiso explorar algo nuevo en el séptimo arte, sin narrativa como tal, ni personajes ni nada subyacente de otra arte, quiso hacer una obra del séptimo arte sin involucrar ninguna más, simplemente con todo lo que el cine puede dar, centrándose en el poder visual del medio.
Obviamente la película inspiró a infinidad de directores, entre ellos el mítico Godard, fiel defensor del Kino-Eye.
El film también utiliza técnicas muy novedosas para la época como el stop-motion, el uso de superposiciones, la cámara lenta o rápida, y aparte planos y ángulos muy inusuales.
La trama como tal narra la historia de un camarógrafo tratando de filmar la vida soviética tal y como es, en una pura realidad de la misma.
Sin duda una obra maestra documental y cinematográfica, con la cual es imposible no emocionarse si amas el séptimo arte.