Crítica de SensaCine.com para Hannibal: El destripador de Florencia

Después del éxito cosechado con dos bestsellers como 'El Dragón Rojo' y 'El silencio de los corderos', el escritor Thomas Harris decidió hacer de la tercera entrega de su peculiar saga sobre el educado y magnético asesino caníbal Hannibal Lecter una concesión absoluta hacia la literatura pulp criminal y con ecos de giallo literario. Si en las anteriores novelas la figura de Lecter había servido como enigmática y desasosegante figura al fondo de investigaciones policiales en torno a monstruos quizá menos amenazantes, en 'Hannibal' las tornas cambian y el psiquiatra letal cobra protagonismo en primera línea dándose un banquete en Florencia. Afortunadamente, tanto Ridley Scott como el guión (más atribuible a Steve Zaillian que a la primera versión de David Mamet) saben cogerle punto a la intención de Harris; algo que los responsables de la multipremiada 'El silencio de los corderos', Jonathan Demme y Ted Tally demostraron no comprender, al rechazar el proyecto por "excesivo".

Y verdad que lo es. Pero precisamente por eso resulta tan gozoso. Contra los prejuicios que pueda despertar, es fascinante ver a Hannibal Lecter (y a Anthony Hopkins, por supuesto) disfrutando como supervillano sin perder la elegancia ni la compostura, por mucho que el gore haga su justo acto de presencia en una película sobre un psicópata caníbal. Incluso la impensable sustitución de Jodie Foster como la agente especial del FBI Clarice Starling es un acierto al ser Julianne Moore quien toma el relevo del personaje. Y si a ustedes no les convence el tono despreocupado, ya les aseguro que es mucho más agradable que posteriores acercamientos pretendidamente graves sobre el personaje que, esos sí, terminaron por caricaturizarlo de manera inapropiada como icono pop.

A favor: La siniestra banda sonora de Hans Zimmer.

En contra: La dudosa utilidad narrativa del tiroteo en el mercado de pescado que nos presenta a la nueva Clarice.