Crítica de SensaCine.com para Ni una palabra: Ni una idea

Después de una reivindicable opera prima de naturaleza neonoir como 'Cosas que hacer en Denver cuando estás muerto' (1995), la filmografía del realizador Gary Fleder empezó a escorarse hacia la facturación de lo que en Hollywood se conoce como thrillers psicológicos y en realidad se trata más de bien de telefilmes policiales con factura sucia y metalizada que chupan constantemente del árbol genealógico de 'El silencio de los corderos' o 'Seven'. Así sucedía con 'El coleccionista de amantes' (1997) y así pasa con 'Ni una palabra, que adapta una novela del prolífico autor de suspense Andrew Klavan.

No nos detendremos en el inverosímil enredo argumental que lleva a un grupo de gangsters (liderados por Sean Bean en su registro malvado, tan monolítico como el complementario de 'buenazo' que tanto practica) a secuestrar a la hija de un psiquiatra (Michael Douglas) para obligar a éste a recuperar un número secreto de la mente de una paciente mental (Brittany Murphy). Demasiada complicación para un thriller que reutiliza todos los clichés del género, incluida la vigilación con omnipresentes cámaras de seguridad, las mujeres que se revuelven contra sus asesinos, los códigos numéricos de ambivalente interpretación, el clímax violento, la aparición deus ex machina de un personaje e incluso la muerte grotesca del principal antagonista. Una vez más, la disparidad entre el burro y sus alforjas.

A favor: La dinámica que se establece entre Michael Douglas y Brittany Murphy, aunque está extraordinariamente poco explotada.

En contra: El enrevesado artificio argumental no se corresponde con una realización plana, funcional y escasa de ideas.