Crítica de SensaCine.com para Sólo falta el asesino: Crimen sin recompensa

La única película como director del cómico canadiense Eugene Levy (famoso por su papel de padre en la saga 'American Pie') es este remake de la comedia italiana 'Crimen', dirigida por Mario Camerini en 1960. Se trata de una farsa coral que toma la estructura básica de un relato policiaco en la línea de los casos de Agatha Christie para Hercule Poirot y se transforma en una comedia de enredo y confusión entre personajes.

El catalizador que une a tres parejas distintas que por azar se encontraban en Monte Carlo es un asesinato, por supuesto, y el humor nace de cómo cada una de ellas va topándose con una maleta que contiene el cadáver despedazado e  intentando deshacerse de ella, resultando inevitablemente sospechosos del crimen. Richard Lewis y Sean Young tienen los personajes menos atrayentes, pero hay que señalar cómo las habituales gesticulaciones radicales del primero entran en sintonía con los gritos y manierismos de unos James Belushi (más aguantable que de costumbre) y Cybill Shepherd totalmente desatados. Ellos, John Candy y Giancarlo Giannini son lo mejor de una comedia de la vieja escuela que lleva sus limitaciones con orgullo.

A favor: Entre tanto cómico consagrado, Giancarlo Giannini es quien hace el papel más tronchante como eficaz inspector de policía.

En contra: Los histerismos de Sean Young no tienen nada que hacer contra los de Cybill Shepherd.