Smile es como cuando te pides un menú del McDonald's y te sabe bien, pero sabes que te va a dar ardor. O sea, no es un filet mignon del cine, pero es eso que te metes cuando estás aburrido y quieres sentir algo, aunque sea asco o incomodidad.
La peli va de esta pobre desgraciada, Rose, que está más jodida que un mechero en un concierto de Rosalía. Ve a una tía matarse delante de ella, pero en plan mal rollo, no bonito, y a partir de ahí, todo se pone más turbio que un sábado a las tres de la mañana en el metro. Hay una especie de maldición con gente sonriendo de una forma que parece que se han pasado con el Botox. Es perturbador, pero como en plan barato, como una montaña rusa en la feria del barrio.
Lo mejor de todo es Sosie Bacon, que se lo curra tanto que da un poco de pena verla aquí. Es como si metieras a una actriz buena de verdad en un episodio de "La Rosa de Guadalupe". Te lo crees porque ella se lo cree. Pero luego tienes momentos que dices: "¿En serio esta mierda de jumpscares?" Es como si quisieran asustarte, pero con la sutileza de un martillazo.
La trama no es que sea una revelación filosófica, ¿eh? Va a lo básico: traumas, maldiciones y un rollo psicológico que pretende profundizar pero se queda en un charquito. Eso sí, tiene sus momentos, esos en los que piensas: "Vale, esto es regulero, pero me estoy divirtiendo." Como cuando comes pizza fría.
El final... Bueno, no voy a spoilear, pero te deja como cuando ves tu cuenta bancaria después de Navidad: un poco vacío y con ganas de llorar. Aunque, en el fondo, esa es la gracia. Es una peli para pasar el rato, para disfrutar sufriendo sin más pretensiones.
Si eres fan del terror, te puede gustar por los sustos y la atmósfera. Si no, pues mírala igual porque ¿qué otra cosa vas a hacer? ¿Trabajar en tu desarrollo personal? No, cariño. Mírate "Smile", pasa miedo, ríete un poco de lo cutre que puede ser a ratos y sigue con tu vida mediocre.
¿Es "Martyrs"? No. ¿Es disfrutable? Efectivamente.