Cillian. F***ing. Murphy.
por Sara HerediaSmall Things Like This es una película concebida para el lucimiento de Cillian Murphy, que ofrece una masterclass de actuación a lo largo de una hora y media. Su actuación, contenida pero cargada de emoción, logra imponerse sobre la propia trama, algo que el director, Tim Mielants, potencia a través de primeros planos del actor. De este modo, resulta imposible apartar tu mirada del rostro de aflicción de Murphy.
La cinta, de hecho, surge del deseo de Murphy de colaborar con Mielants. Ambos habían coincidido en el set de Peaky Blinders y, después de que el cineasta estrenara su primer largometraje, Patrick, el actor se le acercó y dijo 'Hagamos una película juntos'. La presencia del actor, por tanto, es el verdadero motor de la producción y se entiende que todo gire en torno a este padre que lucha por superar el duelo por la pérdida de su madre.
La película se ambienta a mediados de los años 80, en un pequeño pueblo al norte de Irlanda. Bill Furlong tiene una empresa de carbón que suministra a todos los vecinos y que a duras penas le da para mantener a su mujer y sus cinco hijas. Uno de sus clientes es el convento local y una mañana, mientras reparte los pedidos del día, descubre a una joven que le pide ayuda para poder escapar de la opresión de las monjas. Sobre Furlong pesa un trauma ocurrido décadas atrás, cuando perdió a su madre siendo un niño. Sobrecogido por la vulnerabilidad de la joven, decide que debe ayudarla.
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Small Things Like These vuelve a un tema que parece no abandonar al cine irlandés y señala directamente a la Iglesia Católica como una opresora. La sociedad irlandesa ha vivido durante décadas bajo la sombra opresiva de la Iglesia Católica, que dejó una huella imborrable en la vida cotidiana del país. A través del personaje interpretado por Cillian Murphy, la película cuestiona las decisiones de los eclesiásticos de la época y señala cómo su poder y sus lecciones morales fomentaban el miedo, el silencio e incluso el resentimiento dentro de las familias.
La película hurga en heridas que todavía permanecen abiertas en la memoria colectiva, y lo hace con una delicadeza que no resta fuerza a su impacto: es hermosa en la forma, pero arrasadora en el fondo. Toda la película tiene un velo de oscuridad y tristeza que envuelve a los personajes, como si llevaran consigo un peso imposible de sacudir, recordándonos que algunas cicatrices nunca terminan de cerrarse.
No encontrarás aquí escenas demasiado enfáticas, sino todo lo contrario. Al igual que la sociedad irlandesa, la historia se cuenta entre líneas, guardándose más de lo que explica, como si quisiera hacer del espectador una pieza más de este secreto. Esto da mucha fuerza a un relato que perdura con el paso de los días.