Catalina es testigo de cómo sus vacaciones se van al traste dramáticamente cuando muere su abuela, algo que solo ella presencia. Tras ponerse los vestidos de su pariente, se abrirá una puerta de entrada a un mundo fantasmagórico, que llevará a Catalina a ocupar literal y figuradamente el espacio dejado por la fallecida. Este hecho provocará un terremoto emocional entre aquellos que la quieren.