El amor es una empresa
por Andrea ZamoraMartin Scorsese dijo que La edad de la inocencia (1993), su adaptación de la novela homónima de Edith Wharton, era una de sus películas más violentas. "Hay una violencia refinada. Es violencia psicológica y emocional. Es tan poderosa y mortal como Joe Pesci recibiendo un disparo en Uno de los nuestros". En Materialistas no hay sangre y balas, pero sí hay, al estilo de La edad de la inocencia, violencia y todo lo que esta conlleva: crueldad y deshumanización. Lo nuevo de Celine Song tras su mágica y sencilla Vidas pasadas (2023) es una película refinada, elegante y extraordinaria que tiene una puntería perfecta para hacer crítica del mundo de las citas y el amor en la actualidad.
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La historia sigue a Lucy, una mujer que vive en Nueva York y trabaja como casamentera. Es brillante en lo que hace: emparejar a personas con base en lo que buscan en una relación, de forma muy parecida al algoritmo de una aplicación de citas. Sin embargo, tras años dedicada a convertir a las personas en números, su visión del amor y el mundo se ha deformado. Cree que su próximo romance debe conducir al matrimonio, y está decidida a que el candidato sea obscenamente rico.
Aparece Harry, un multimillonario al que conoce durante la boda de una clienta. En ese mismo evento, también se reencuentra con John, su exnovio, un actor que trabaja como camarero y todavía comparte piso. Lucy no rompió con él no por falta de amor, sino por falta de dinero.
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A través del viaje de Lucy, Song ofrece una mirada honesta y contundente sobre cómo el capitalismo ha penetrado incluso en el terreno de las relaciones afectivas. Conforme avanzan sus vínculos con Harry y John, también evoluciona su forma de ejercer su oficio. Las sesiones con sus clientes revelan lo más crudo del alma humana: personas que buscan fabricar una pareja ideal en lugar de encontrar a alguien real, transformando a Lucy en una especie de doctora Frankenstein.
Así como el monstruo de Mary Shelley fue creado para existir en un mundo que nunca lo aceptaría, Song presenta el ámbito amoroso actual como un entorno igual de hostil y despiadado. La violencia está ahí. Es palpable: seres humanos convertidos en objetos, y una constante búsqueda de perfección que roza lo grotesco. Personas que deshumanizan y son deshumanizadas. El amor es una empresa.
Empresa no solo en el sentido del esfuerzo que requiere para que dos personas hagan funcionar su relación, también en el mercantil. Para Lucy, el matrimonio es una transacción económica entre dos activos que tienen un valor material -pude incrementarse cambiando el cuerpo para ajustarse a lo que el mercado demanda: más altura, menos peso, más pecho, menos arrugas, más pelo-, educativo y económico. Alguien rico, alto y con buena educación tiene más opciones que alguien pobre. El capitalismo ataca de nuevo.
Con Materialistas, al igual que hizo con Vidas pasadas (2023), Song eleva el género romántico. La directora tiene un potente discurso y lo desarrolla con maestría e inteligencia, respaldada por un trío de actores, el formado por Dakota Johnson, Pedro Pascal y Chris Evans; que aportan profundidad y autenticidad con interpretaciones cargadas de carisma.
Pese a la crítica que hace Song, Materialistas es una película esperanzadora. Parece que, pese a todos los intentos, el capitalismo no ha ganado la batalla del todo. Todavía hay algún terreno inconquistable. El amor, por suerte, no ha muerto.