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    Discordias a la carta
    Críticas
    2,0
    Pasable
    Discordias a la carta

    Piloto automático Lemmon-Matthau

    por Diana Albizu

    El éxito de 'Dos viejos gruñones' (1993) hizo inevitable la existencia de una secuela, que Mark Steven Johnson, guionista de la anterior, y el director Howard Deutch no tardaron nada en elucubrar, añadiendo a Sophie Loren al cóctel de viejas glorias cinematográficas recuperadas. La celeridad en el proceso de producción es muy evidente, por lo que el guión parece una mera actualización de las situaciones de la película anterior cambiando el paisaje nevado por uno primaveral y dando mayor relevancia a los personajes de Daryl Hannah y Kevin Pollack, los hijos de Lemmon y Matthau (quienes al principio se alían contra la exuberante enemiga compartida Loren).

    La subtrama del abuelo Gustafson también adquiere un emotivo valor sentimental, al ser la última actuación de Burgess Meredith. Pero más allá del valor embalsamador, 'Discordias a la carta' tiene muy poco que ofrecer hasta tal punto que, de contar con otros protagonistas para lidiar con sus diálogos gastados y situaciones poco imaginativas, el resultado no merecería ni siquiera la nota al pie en la historia de las comedias familiares y buenhumoradas que ahora el filme puede poseer. Pero cómo negarle al público de la tercera edad que se divierta con películas sencillas, ligeras y previsibles, pero bien interpretadas por auténticos profesionales llenos de carisma.

    A favor: Siempre quedará el placer de ver a leyendas como los dos protagonistas juntos.

    En contra: El guión y la dirección de la película denotan una gran pereza.

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