La única pasión de Christopher Cross (Edward G. Robinson), un hombre sombrío e introvertido, es la pintura. Su arte es la única forma que tiene de evadirse de su triste vida y su infeliz matrimonio. Hasta que un día conoce a Kitty (Joan Bennett), una mujer muy bella a la que están atracando. Sin dudarlo, Cross la defiende, ganándose el afecto de la joven. Cuando le habla sobre su afición por la pintura, Kitty cree que se trata de un pintor de éxito y acaba seduciéndole.
Perdidamente enamorado de Kitty, Cross tratará de complacer todos sus deseos, y no dudará hasta en robar en su propia empresa para mantenerla a su lado y darle la vida que él cree que merece. Lo que no sabe es que el amor que Kitty siente por él no es más que una estratagema para conseguir dinero fácil para ella y su amante, Johny (Dan Duryea).
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