Martín trabaja como conductor de autobús en una empresa de transportes de Madrid. Se siente frustado con su vida y decide suicidarse. Cuando planea lanzarse desde un puente, aparece Salvatore, quien le detiene advirtiéndole de que puede montar un lucroso negocio. Salvatore le comenta que le pida prestado dinero a la mafia. Si sigue pensando en suicidarse, no deberá preocuparse por devolverlo.
Al principio todo le va bien, hasta que se encuentra en una fiesta con Lola, una camarera mejicana de la que se enamora, cambiando drásticamente sus planes de suicidio. Visto que Martín no puede pagar la deuda a la mafia, empieza a tener paranoias sobre sus perseguidores. Pero quizá aún le queda un último resquicio de esperanza cuando Salvatore le dice que huya al extranjero para escapar de sus acreedores.