En 1983 James L. Brooks sorprendió con el excesivo melodrama La fuerza del cariño, una de las películas claves de la década de 1980 aunque más por lo que significó y por el cierto modelo de drama familiar que impuso que por su calidad. Cuatro años tardó en dirigiri su siguiente película, la irregular Al filo de la noticia y, después, siete en su tercera película, Aprendiendo a vivir y, tres después, en 1997, su cuarta, Mejor... imposible. Cuatro obras en quince años (luego haría otras dos) que deberían mostrar a un director reflexivo en su puesta en escena y en el trabajo del guion y que en su caso no siempre es así. En Mejor... imposible, en cambio, nos encontramos con lo contrario: una película medida, equilibrada, casi perfecta en el manejo de todos los elementos de la comedia y con un trío protagonista (Jack Nicholson, Helen Hunt, Greg Kinnear) en estado de gracia. El guion parece
Leer crítica