La película sigue el derrotero de la campaña por "descubrir" El Dorado. Sin tintes épicos, sin elegancia, Herzog nos sumerge en el relato a través de una cámara que no se oculta y que registra los sucesos crudamente a modo de un documental. Se trata de un largometraje que traza a ritmo lento las ambiciones de sus protagonistas, con Lope de Aguirre a la cabeza -personificado por Klaus Kinski-, quien se autoproclama como la ira de Dios. La naturaleza hostil del Amazonas se cuela en cada escena, invadiendo a los invasores, imponiéndose ante los vanos intentos de avanzar y adentrarse en ese universo desconocido para los españoles. No es la mejor del director, pero no deja de ser recomendable.