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    Kika
    Críticas
    1,0
    Muy mala
    Kika

    Punto de inflexión

    por Israel Paredes

    Veinte años después de su estreno y con ocho películas tras ella, 'Kika' puede verse como un punto de inflexión en la carrera de Pedro Almodóvar. La décima película del director manchego fue duramente atacada en el momento de su estreno y a pesar del gran éxito ulterior del cineasta no ha conocido esa típica reivindicación que en ocasiones disfrutan algunas películas denostadas en su momento en apariencia injustamente. Ha quedado, como mucho, en un punto intermedio en la filmografía de Almodóvar a modo de película fallida, que siempre es más amable. Lo cierto es que 'Kika' reúne de alguna manera toda la carrera del cineasta hasta ese momento mediante un ejercicio de auténtico manierismo en cuanto al trabajo de lo que podríamos llamar las constantes de su cine pero visualmente mediante un estilo recargado, excesivo, casi molesto debido a su constante autorreferencialidad. 'Tacones lejanos', la película anterior, ya anticipaba algo: un estilo que había trabajado el cineasta durante años y que había tenido su colofón en 'Mujeres al borde de un ataque de nervios' y '¡Átame!', pero que estaba ya llegando a su fin. Una gran personalidad escénica –guste o no, eso es otro asunto- que en 'Kika' acaba girando sobre sí misma hasta el absurdo. Y aun así, ahora, pasado este tiempo, nos resulta imposible reivindicar una película que con el paso de los años no solo no ha ganado sino que además posiblemente ha empeorado, pero sí es posible verla como un ejercicio necesario para el autor para darse cuenta de que debía reinventarse para tomar nuevos rumbos, y para ello, poco a poco, fue puliendo su estilo, limpiándolo. Y aunque el exceso siempre está presente en sus películas, las puestas en escenas de las obras posteriores a 'Kika' han ido apuntando a un cineasta mucho más interesado en la forma en que transmite las cosas que en dejar su sello autoral (algo que consigue igualmente).

    Lo mejor: que ayudó a Almodóvar a tomar otros caminos cinematográficos.

    Lo peor: la sensación de vergüenza que transmite al espectador aunque este no tenga culpa de nada.

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